To Beyond or Not to Be

Cierto es que el mundo está sumido en una grave crisis, y no es menos cierto que la crisis en la que nos vemos envueltos viene de lejos. Hace años ya que nos encontramos frente a una ingente falta de valores promovida por una sociedad que evoluciona a una velocidad que no propicia el sosiego y la reflexión que hacen falta para producir arquitectura. Esta reflexión necesaria asociada a nuestra disciplina se llama teoría y hasta no hace mucho se movía según un deseo utópico de cambiar la sociedad.

En la actualidad, los papeles se han invertido y es la sociedad, con sus repentinos cambios, la que no da pie a consideraciones basadas en la razón. En el pasado, los grandes maestros tenían, en los tratados, unas pautas que les permitían levantar grandes obras que han perdurado en el tiempo. Estos modelos han evolucionado y se han cristalizado en modernas teorías arquitectónicas que —desde Vitruvio y los posteriores tratadistas como Alberti y Piranesi, hasta Le Corbusier, Zevi, Rossi, Venturi y, finalmente, Koolhaas, quizás uno de los últimos que han influido a gran escala en la teoría arquitectónica occidental— han afectado a la manera de hacer de multitud de arquitectos que han sembrado la geografía mundial con sus trabajos.

A estas alturas debiéramos sosegarnos y, después de la vorágine a la que nos hemos visto sometidos en los últimos tiempos, reflexionar sobre el papel que la teoría y la arquitectura debieran tener en los recién aparecidos nuevos escenarios.

Evidentemente, existen varias corrientes de opinión que intentan responder a estos hechos. Una de ellas, enunciada por Ole Bouman[1], intenta dar una respuesta activa y contestataria muy necesaria ya que al menos provoca una reacción eficaz y dinámica frente a los tiempos en los que vivimos. Este arquitecto holandés, que junto a Rem Koolhaas y Mark Wigley fundó en 2005 —años antes de que estallara la crisis financiera y económica en la que nos encontramos— la revista Volume[2], pone de manifiesto su preocupación por cómo el fenómeno de “crisis teórica” en la que nos encontramos ha provocado un panorama arquitectónico muy complejo. Según Bouman, la arquitectura no trata ya temas utópicos como en el pasado y tampoco es capaz de adaptarse a los rápidos cambios en los que la sociedad actual se ve envuelta continuamente.

Frente a estas preocupaciones y carencias, algunos de los objetivos principales de sus tesis se basan en provocar que los arquitectos sean capaces de ir más allá de los límites de su profesión y adaptarse a las nuevas complejidades que la sociedad exige, para ello, se inventa la máxima “to go beyond”, es decir, ir más allá de los formalismos, de los lenguajes y de las fronteras de la propia disciplina para adaptarse a unas lógicas diferentes de las que mueven a la sociedad del capital, del circo de los “mass media”, de las marcas y de los anuncios comerciales.

La influencia y beligerancia del discurso de Bouman se refleja en la publicación Volume pero es en “Architecture must go beyond”, el título de su primer artículo en el número que inauguró la publicación y en la Bienal de Arquitectura de Venecia, dirigida por Aaron Betsky[3] en 2008 y bajo el título “Out there: Architecture Beyond Building” donde el cambio de paradigma propuesto se manifiesta más claramente.

El hecho de que en las últimas dos o tres décadas la manera de entender la arquitectura haya cambiado dramáticamente hace imprescindible una revisión de la disciplina en términos metodológicos e instrumentales. Para llegar más lejos, es imprescindible ir más allá de los convencionalismos heredados de la tradición y de una forma de practicar la profesión obsoleta. Los arquitectos deben moverse por impulsos que les lleven a proyectar sin las imposiciones del cliente, sin requerimientos previos; deben localizar problemas, focos de interés y profundizar sobre ellos; en definitiva, se trata de adelantarse a una sociedad que se mueve a una velocidad superior a la de la producción de arquitectura y de crítica.

Pero, ¿cómo? ¿Cómo actuar según estos parámetros? ¿Son los arquitectos capaces de responder mediante estos términos a una sociedad superregulada donde todo está pautado, pactado y responde a unas lógicas burocráticas y económicas salvajes?
Aunque la disciplina arquitectónica ha sido siempre muy conservadora y fiel a sus principios: forma, construcción, espacio y lugar, Ole Bouman considera también formas temporales, construcciones móviles, espacios interactivos, espacios virtuales y no-lugares como fenómenos arquitectónicos contemporáneos. Sin embargo, la disciplina no tiene que cambiar completamente y, obviamente, la conexión entre el espacio y la creatividad humana sigue vigente en la arquitectura como un rasgo fundamental, aun cuando surgen nuevas realidades, nuevos propósitos y nuevos escenarios donde desarrollar arquitectura.

La cuestión es, en cualquier caso, percibir este tiempo de grandes cambios en el que nos encontramos para llegar a ser tan creativos como la situación lo requiere. O sea, que la cuestión yace en la frase que inaugura el primer número de la revista: “to go beyond or not to be”.

Además, el término “unsolicited architecture”, acuñado por Bouman en sus textos[4] como concepto entre manifiesto y provocación, refleja una gran preocupación por recuperar los ideales utópicos que caracterizaron la arquitectura de principios del siglo XX y que se perdieron con la lógica del capitalismo. Los grandes arquitectos actuales han perdido el rol social pionero y visionario que caracterizó a los proyectistas y teóricos más importantes del movimiento moderno y la expresión acuñada por el arquitecto holandés pretende recuperar ese papel para los arquitectos de hoy[5].

Los arquitectos deben practicar la “arquitectura no-solicitada” porque infunde a la disciplina cierta autonomía; porque, al haberse convertido ya en una industria de servicio, se parece a una conducta primaria, instintiva, es decir, que responde solo a una necesidad y no a un conjunto de ellas; porque esta actitud es un polo de atracción a nuevas oportunidades; y, finalmente, porque solo mediante esta postura, la arquitectura seguirá teniendo legitimidad y relevancia como disciplina artística.

Se ha constatado en los últimos tiempos la aparición de arquitecturas que huyen de la grandilocuencia de lo exuberante y se han centrado en estos términos en la búsqueda de la arquitectura perdida, incluso demostrando que es posible hacer arquitectura no solicitada, que es posible ir más allá sin renunciar a los valores inmutables e inmateriales de nuestra disciplina.

Arquitectos muy jóvenes, recién salidos de la escuela, educados bajo el influjo de la época del todo vale y de la construcción desmedida, están demostrando que las tesis de Bouman son compartidas por una generación que intenta volver al sosiego y al sentido común. Por fin aparecen voces que afirman que es cierto, que la Arquitectura (con mayúsculas[6]) no debe depender solo del cliente, ni del presupuesto, ni del lugar, ni aún de referentes en los que reflejarse, incluso ni siquiera de teorías infundadas y discutibles a las que se han agarrado algunos en los últimos tiempos. La arquitectura puede aflorar en cualquier lugar y en cualquier circunstancia.

Esta nueva generación adopta una nueva manera de hacer en la que, adoptando las herramientas tradicionales de la propia disciplina olvidadas, va más lejos, y a cualquier proyecto, por insignificante que sea, se le exprimen todas las posibilidades hasta provocar la aparición de la Arquitectura que llevan dentro. Es evidente que no hay que renunciar al Oficio y a la relación directa con las cosas para resolver los problemas a los que siempre deberíamos enfrentarnos sin intermediarios, referencias ni palabras vacías. Es necesario ir más allá de todo ello. Las herramientas tradicionales propias de la disciplina -—necesidades, entorno y material—, entendidas generalmente como una imposición y una atadura, tienen que servir para ir más allá, sin olvidar, obviamente, los nuevos escenarios aparecidos en la nueva sociedad en la que vivimos.

De los textos de Ole Bouman y del trabajo de estos jóvenes arquitectos, hartos de los desmanes realizados últimamente, debiéramos aprender que la única manera para ir más allá es olvidar lo que las eternas precondiciones del arquitecto suponen por sí solas. Los clientes, el programa, el presupuesto y el lugar no deben ser más, individualmente y por sí solas, las acciones frente a las que reaccionar en la practica arquitectónica. Si solo se reacciona frente a una de estas acciones, jamás se podrá ir más allá.

Los arquitectos no podemos esperar más, debemos dar un paso hacia delante y practicar “unsolicited architecture”.
Hay que afrontar que la Arquitectura es un arte de proposición, no de resistencia ni de supervivencia. Para ir más allá hay que luchar, es muy difícil y lleva una ingente cantidad de trabajo. Como afirma Laura Kurgan[7], necesitamos proyectos, no clientes. Hay que actuar frente a la incertidumbre, el aluvión de información al que nos enfrentamos y a emplazamientos que aun no existen.

Hay que ir más allá de la Arquitectura buscando su significado, porque aun no sabemos lo que es…


Proyecto de un taller de herramientas que saca lo máximo a partir de unas necesidades de uso muy concretas, de la incorporación de los datos que aporta el lugar y del uso de los materiales de una forma muy racional. Son todos los condicionantes juntos los que dan forma a un pequeño taller y lo convierten en Arquitectura de gran calidad.

1.- Ole Bouman es además el director del NAI (Netherlands Architecture Institute desde el 2007) y un teórico de gran prestigio internacional.
2.- Revista Volume. Producida y editada por la Archis Foundation. Holanda. www.volumeproject.org.
3.- Aaron Betsky dirigió también el NAI entre 2001 y 2006.
4.- Ole Bouman. Revista Volume, Nº. 1, 2005. “Unsolicited architecture”. pp 86-91.
5.- Architectural Design Vol. 79, Nº. 1, enero 2009. “Ole Bouman, an interview by Luca Guido”. pp 82-85.
6.- Se escribe Arquitectura en mayúsculas para diferenciarla de la arquitectura institucional y corporativa que desprecia a los clientes y a los lugares. También para no confundirla con la edilicia de la que habla Zevi en “Sapere vedere la Archittetura”, entendida como objeto de consumo y de transacción comercial.
7.- Laura Kurgan. Revista Volume, Nº. 1, 2005. “Beyond the client”. pp. 16-17.

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