Water colors. La dimensión horizontal del color en la arquitectura de Steven Holl

Hay algo de extraordinario en el proceso de dibujar las primeras líneas de un proyecto. Uno nunca puede predecir dónde le llevarán. El acto de dibujar despliega un proceso de formalización de los deseos de un arquitecto mediante la unión de la intuición con el concepto. Steven Holl siempre comienza un nuevo proyecto esbozando sus primeros pensamientos en un cuaderno de papel grueso con decisivas pinceladas de acuarela. Los dibujos a línea permanecen como explicaciones de las formas con la definición de sus contornos. Los dibujos a lápiz ―como los producidos por Holl en sus primeros años de carrera― exploran las cualidades de la luz y saturación de un entorno, incluso la textura de las superficies, con una representación racional que controla la forma y el tamaño. Pero la intensidad que los dibujos a lápiz pueden contener también requiere una gran cantidad de tiempo y esfuerzo. Por otro lado, la acuarela es una técnica mucho más ágil que permite explorar los efectos de luz y sombra en los volúmenes. En este sentido, las acuarelas pueden visualizar la idea espacial más rápido que cualquier otro tipo de diagrama. El agua tiene la capacidad para diluir los pigmentos y esparcirlos sobre el papel sin ninguna forma preconcebida. Abre la forma del color para acomodarlo sobre la superficie áspera con cada pincelada, con una deposición desigual de los tintes y su resultante profundidad heterogénea. Así que la diferencia entre el dibujo a lápiz y la acuarela no es sólo técnica, sino también conceptual. En las acuarelas, el agua es un medio amorfo que transporta y distribuye el pigmento por todo el papel, balanceando los tintes con su acción de capilaridad. Es como el surfear sobre una ola incontrolada: cada pincelada es un ajuste constante para dirigir la indeterminación de los principios hidráulicos. Los pigmentos en el agua tienen una cierta libertad de movimientos, son dinámicos. El color fluye en el agua sin cesar de cambiar su lugar y profundidad hasta que el agua se evapora.

No podría tratarse de ninguna otra técnica. El trabajo de Holl en sí mismo se basa en esta autonomía del color versus su soporte. Sus acuarelas son ensayos que meditan sobre las formas; con contornos disueltos, donde las líneas y los colores viajan en el espacio del papel y crean tensiones espaciales entre ellos. La mayoría de sus pinturas son investigaciones sobre volúmenes imaginarios con diferentes propiedades de luz y de color, sin ninguna otra limitación: sin escala, sin gravedad. Son dibujos abstractos que recuerdan a las composiciones suprematistas, o aquellas pinturas de Wassily Kandinsky que parecen estar poniendo a prueba sus propios pensamientos publicados en Punto y línea sobre el plano (1926) 1. En las composiciones abstractas de Holl las manchas de color se desplazan sobre el espacio del lienzo en un flujo aleatorio, sin restricciones. Tal y como pasa en las pinturas de Kasimir Malevich, el movimiento fluido de las manchas de color se relaciona con nada en absoluto, es autofigurativo. Estos elementos son suficientes para expresar la más pura sensibilidad, sin la necesidad de figuras o significados simbólicos en el arte.



Lo que es notable, es la habilidad de Holl para traducir estas características de la acuarela para que definan la percepción del color en su arquitectura. Es exactamente lo que estas acuarelas transmiten que se aplica en el espacio. Los efectos cromáticos y los haces de luz se mueven libremente sobre las superficies de paredes, suelos y techos. Estos fenómenos generan una sensación de dinamismo y mutabilidad del espacio. Ahora bien, si nos centramos en la dimensión horizontal ―el suelo― parece obvio que estas composiciones flotantes también puedan reforzar la sensación de ligereza. Holl exploró el diseño de alfombras en algunos de sus primeros proyectos residenciales con el fin de enfatizar el suelo como una superficie coloreada. Él no concibe las alfombras como un elemento de mobiliario industrializado, sino que se piensan y fabrican para cada situación en particular. La acuarela de la Fig. 3 es en realidad el diseño de una de las tres alfombras del apartamento en la torre MoMA de 1986. Esta composición longitudinal fue colocada en el distribuidor de entrada para producir una sensación inquietante de dinamismo y vitalidad. En el apartamento de la torre Metropolitan de Nueva York (1988), el pavimento es de terrazo blanco y negro con una densidad variable del grano, con el fin de recrear la sensación de un paseo sobre las nubes, efecto que se ve reforzado por las paredes de forma irregular. El plano horizontal, pues, está diseñado para enfatizar la sensación de estar en un lugar tan alto sobre la ciudad; sin gravedad. La introducción de elementos de color en el suelo pretende envolver al espectador en un espacio psicológico completo. Por tanto, las alfombras están diseñadas de manera que conmemoran un hábitat sobre una nube flotante. Los dibujos de Holl para este suelo se basaron de una forma intuitiva en una pieza musical, Landscapes of the Mind, inspirada, a su vez, en un lienzo de Georgia O’Keefe titulado Sky Above Clouds. Al igual que las manchas de color suprematistas, estas alfombras proclaman un plano horizontal sin gravedad.

Pero, ¿qué sucede cuando estas manchas de color flotantes ocurren en el agua? ¿Qué pasa cuando las Watercolors (acuarelas) se convierten en Water Colors (colores de agua)? En nuestro entorno físico, el agua absorbe y refleja los colores de su entorno para presentarlos sin ninguna forma preconcebida y haciendo que se vean más intensos. En su libro titulado Parallax, Holl escribe: “Podríamos considerar el agua una lente fenomenal con los poderes de la reflexión, inversión espacial, refracción y transformación de los rayos de luz”.2 Tradicionalmente, la arquitectura ha sido esencialmente una protección para expulsar, contener, recoger o desviar el agua, pero las acciones más interesantes surgen cuando el agua está integrada en el diseño. Aparte de todas sus cualidades de control climático, el agua también puede ser utilizada por sus propiedades fenomenológicas. Es esta capacidad de reflejar que nos interesa más aquí. El agua tiene la fantástica capacidad de actuar como un espejo  que cambia según la luz o la brisa. Los colores en el reflejo aparecen con una nueva profundidad y, como en las pinturas de Monet, los fenómenos del color en el agua están llenos de reflejos misteriosos y mágicos. El plano horizontal del suelo de repente cobra vida y colorido para el visitante que camina alrededor del perímetro de una piscina, cambiando constantemente el ángulo de reflexión. El observador ve en el agua un mundo invertido de colores.

Entonces, la idea de un suelo dinámico e ingrávido visto en los diseños de alfombras puede ser recreada con el uso de un estanque de agua como elemento arquitectónico. Si pensamos en un plano del agua como un espejo con matices cambiantes, es posible proponer nuevos colores reflejados sobrenadando este plano horizontal. Cuando nos fijamos en los reflejos de un lago, probablemente podamos ver el cielo azul con nubes pasajeras, los árboles de los alrededores y sus hojas que se precipitan en el agua. Pero cuando un estanque se convierte en parte de un entorno urbano, deberíamos esperar otro tipo de imagen arquitectónica invertida. Por ejemplo, en el Pabellón de Barcelona de Mies van der Rohe, el agua juega un papel importante para generar un sentido de simetría espacial y profundidad. El estanque de la entrada fue diseñado para reflejar su contexto, como una alfombra-espejo. Sentados al atardecer en el banco a lo largo de la pared del fondo, podemos observar el estallido de reflejos policromos de la Fuente Mágica de Montjuïc (también construida en ocasión de la Exposición Universal de 1929). El color se introduce en vivo y en directo sobre el suelo del pabellón, gracias al uso del agua que multiplica el brillo de los colores del ambiente.

Hay muchos ejemplos en donde Holl ha introducido o jugado con superficies de agua para enfatizar los efectos cromáticos. En las viviendas de Makuhari los estanques reflejan los colores de los distintos materiales de los pabellones y los bloques del alrededor, y establecen secuencias de vibraciones luminosas en la profundidad del suelo. En las oficinas Sarphatistraat de Amsterdam el nuevo edificio se acerca al canal Singel con el fin de duplicar la altura de su volumen con su reflejo, así como, durante la noche, presenta un conjunto de parches de color que flotan en la oscuridad. La casa Sokolov en Saint Tropez, las viviendas de Fukuoka, la pequeña casa Tesseract o el edificio Manifold Hybrid, todos ellos son formas de utilizar el agua como lente colosal: para reflejar las tonalidades y las sombras del entorno o sus fachadas. Pero limitándonos a la dimensión horizontal, podríamos destacar aquellos proyectos que reflejan el color de otra superficie plana: el techo. Cuando se superpone el reverso de un edificio levantado sobre un plano de agua, las cualidades de reflexión de este último producen un espacio cromático entre las dos capas horizontales. Los espectadores pueden percibir los colores brillantes de la parte inferior del edificio reflejados sobre el pavimento mojado, envolviendo al espectador en una atmósfera psicológica.

Un ejemplo es el concurso para el Museo de la Evolución Humana en Burgos, donde el agua pasa por debajo del edificio y refleja su bajo reverso. Al igual que en el proyecto para el Palazzo del Cinema de Venecia, el juego de reflejos de color ocurren debajo de los volúmenes elevados y los voladizos, generando un espacio cromático en la plaza de planta baja. Sin embargo, no es hasta la construcción del Centro Vanke en Shenzhen (conocido como Horizontal Skyscraper, 2006-2009), que este concepto de espacio cromático se llega a construir. En este caso, Holl utiliza el agua como uno de los materiales para construir un paisaje tropical por debajo del gigantesco edificio suspendido. Se decidió aplacar el bajo del edificio  —la sexta fachada— con varios colores brillantes, por lo que el visitante en la planta baja vería en las piscinas destellos luminosos que reflejan partes del techo. El murmullo vibrante de los colores en el agua nos muestra regiones del techo, una nube, una escalera, un fragmento de un árbol: un gran impacto sensorial sobre el observador. Por la noche, el resplandor de color de la parte inferior del edificio se mezcla con el olor de las plantas tropicales del jardín. El color ya no obedece a ninguna calidad formal, sino que establece un juego de complejas emociones con la luz, el olor y los elementos del paisaje. El color se ha fusionado con la luz y el agua para adquirir un nuevo efecto etéreo en el espacio. Esta fusión desata al color de su soporte tradicional (la pigmentación del techo), de modo que su reflejo se convierte en una sustancia nómada con la capacidad de adaptarse a cualquier tipo de situación. Ahora, el color flota libremente en el espacio del agua, en una zona intangible en el límite entre lo físico y lo abstracto.

El propósito de este color reflejado es fusionarse con la luz, el aire y los materiales del proyecto. El color ya no pertenece a la superficie pintada por más tiempo, sino que se mueve y envuelve toda la atmósfera del lugar. El resultado final siempre dependerá de la textura de los materiales iluminados; así que en este caso, los colores de agua son una mixtura de luz reflejada teñida y la superficie del agua ondulada. Lo que es fascinante acerca de estos reflejos coloreados es su contorno ilimitado continuamente en movimiento, son una materia amorfa transparente que se superpone sobre la superficie del agua cristalina. La sustancia inmaterial e intangible de este color añade una ilusión espacial sobre la zona de los estanques y genera un cierto ambiente sugerente que está cambiando constantemente de acuerdo a diversas circunstancias; tales como las condiciones de luz, el movimiento o el tiempo. Así que el color está incesantemente cambiando y desplazándose. El color es el elemento que pone el acento sensorial a estos espacios y establece una relación diferente con el espectador, siempre subordinando la forma del edificio al campo cromático. Los observadores entran en un diálogo entre el espacio y su percepción de los fenómenos. Sus sentidos se involucran con la creación y la comprensión de esta arquitectura tan sugerente.

Notas:

1. Kandinsky, Wassily (1996), Punto y línea sobre el plano. Barcelona: Paidós, 1996.

2. Holl, Steven (2000), Parallax. Nova York: Princeton Architectural Press, 2000, p. 86.

* Todas las imágenes han sido facilitadas por Steven Holl Architects.

1 Comment

  1. javier

    ¿Alguien conoce a un pintor de acuarelas de interiores que firma como R. Mañas 90?

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