Autodidactas

1 Actualmente dispongo de mucho tiempo libre y no lo desperdicio, lo dedico a mí mismo, para eso no hace falta dinero. El tiempo libre es el bien más valioso, su conquista y su aprovechamiento es la principal diferencia entre el ser humano y el resto de los animales. Poder emplear herramientas y tener unas cuerdas vocales que se adaptan a un lenguaje complejo, nos ha hecho potencialmente libres. Algunas especies de mamíferos, como los elefantes o los delfines, dan muestras de un sentimiento de trascendencia similar al del hombre primitivo. En el caso de los elefantes el culto a la muerte que se manifiesta en la elección de un lugar como cementerio, o en el hecho de ser conscientes de que solo son una parte del cosmos, lo cual les indujo, en el último tsunami de Malasia, a empujar a los humanos hacia las montañas para salvar sus vidas. Los físicos que a principios del siglo XX descubrieron la naturaleza cuántica de la materia y la energía, la relatividad del movimiento en el cosmos y la velocidad absoluta de la luz confesaron, cada cual a su modo, un sentimiento común de tipo religioso relacionado con la perfección del cosmos y sus facetas más inexplicadas, un sentimiento que no estaba exento de componentes éticas, de respeto a la vida y amor a la humanidad. Einstein lo llamó sentimiento cósmico religioso. La acción de los elefantes de Malasia refleja más este sentimiento que la esperanza de un premio, o el temor a un castigo, determinado por dioses antropomórficos.

El periodo de pausa de la revista Diagonal, aunque breve, ha sido suficiente para advertir que ya no puedo saber a quiénes va dirigido este escrito. Entiendo que los destinatarios de la revista son, en primer lugar, los estudiantes de la escuela de Diagonal 649. No puedo imaginar cómo son, cómo viven la vida, qué cosas les interesan… A lo largo de mis treinta y ocho años como profesor de la escuela de Diagonal, he podido observar cómo se transformaba el sistema axiológico y la base cultural de unas promociones a otras. La influencia creciente de unas fuentes de información dirigidas y la desautorización de las familias y los maestros han dado lugar a una opinión pública uniforme que ejerce una presión asfixiante y tiránica sobre el individuo. Un hecho que cualquier historiador toma en consideración es que en un tercio de siglo se pasa de una generación a otra, Ortega y Gasset observó que a causa de las dudas que plantearon los físicos modernos frente a Newton habían resucitado un interés por la filosofía, materia que la generación anterior había reducido al positivismo de Comte. La concepción del mundo y de la vida, las aficiones y los intereses de cada generación son distintos, entre la generación que conocí al entrar como profesor  en la escuela y la que dejé al jubilarme, la relación del estudiante con la arquitectura había cambiado sustancialmente, la del año 1974 trataba de aprender qué es la arquitectura, la del 2012 trataba de aprender cómo se hace. Aquellos miraban la arquitectura de Le Corbusier, de Stirling, de Scarpa, o de Alejandro de la Sota, y la conocían a través de las revistas de arquitectura. El respeto al contexto físico y cultural de un lugar y el carácter que permite reconocer en la forma la esencia de un hecho arquitectónico se han sustituido por formas estrambóticas ajenas a la arquitectura, edificios que sólo reflejan el ego del autor e ignoran el emplazamiento, y cambios de uso incompatibles con la forma de los edificios.

Algunos filósofos en épocas diversas han coincidido en que la opinión pública impide el pleno desarrollo intelectual de las personas. En el siglo V a. C. Antístenes advertía a sus discípulos que lo más importante y lo que les exigiría más esfuerzo sería desaprender; su discípulo Diógenes advertía que entre todas las opiniones posibles, la más errónea era la opinión pública; a mediados del siglo XVIII, el filósofo y economista John Stuart Mill, tan venerado  como desconocido por los actuales ultraliberales —ni uno solo ha leído sus ensayos—, opina que la opresión de la sociedad es mucho más dura que las limitaciones de la libertad impuestas por cualquier gobierno, al que no se amolda al modelo general de individuo se le considera loco, Erasmo trata de ello en su elogio de la locura, y Sebastian Brant, otro holandés, en su poema El barco de los locos, que trata de un barco en el que los holandeses embarcaban a “los locos” y los abandonaban en alta mar. Stuart Mill observa que una sociedad en que los individuos son idénticos no puede progresar, que el avance científico y cultural lo producen precisamente aquellos individuos que escapan de la uniformidad, los “locos” como Einstein o Le Corbusier.

2 A principios de los años sesenta vivía en Madrid en una residencia de estudiantes. Una mañana de junio  estaba junto a la piscina hablando con un amigo y observábamos a un compañero que nadaba de una manera estrambótica porque le debía parecer que hacía fino. Acuérdate de esto Xumeu, me dijo, a cada cambio de siglo le corresponde una revolución, la revolución burguesa en el paso del XVIII al XIX, la bolchevique del XIX al XX,  la del XX al XXI será la revolución hortera. No puedo recordar el nombre de aquel amigo, recuerdo otros que me importan menos.

Hortera, una palabra usual en tiempos de la primera república española, significa empleado del comercio, en aquel tiempo, los empleados de las tiendas de modas consiguieron un convenio que les permitía comprar ropa a las fábricas a precio de coste. De repente se empezaron a ver por la ciudad unos fulanos que llevaban puesto encima todo lo que era muy caro, eran las señas de identidad de los horteras, que pretendían aparentar lo que no eran. Años más tarde Antonio Machado había de escribir que es cosa de necios confundir valor y precio, una necedad propia de aquellos horteras. Según el significado de la palabra hortera en aquellos años, mi amigo acertó de pleno. No parece que la palabra hortera sea propiamente un insulto sino un sistema axiológico que sobrevalora la apariencia frente a la verdad. Es el sistema que hoy se imponen quienes detentan el poder. Mi amigo estaba en lo cierto. Cómo se ha producido esta revolución es un enigma, nos las prometíamos muy felices, y de repente, de modo inesperado todo ha cambiado. Se habla de crisis económica, pero una crisis no es más que la pauta de una rutina o de un ciclo, que no cambia radicalmente la concepción del mundo y de la vida. Ni la revolución burguesa ni el comunismo afectaron a la vida de los ciudadanos del mundo del modo en que hoy lo estamos viviendo.

3 Oscurantismo es la doctrina que considera conveniente mantener al pueblo en la ignorancia. La actual transformación de la civilización conduce inequívocamente al oscurantismo, nada sé acerca de la desaparición de la cultura del valle del Indo o de la antigua cultura China, sí se sabe que el Emperador que hizo construir la gran muralla mandó borrar cualquier vestigio de la historia anterior a su imperio.  En la mayor parte de las grandes culturas de la antigüedad hubo periodos de oscurantismo y estos periodos conducen inevitablemente al fin de la civilización. Si la cultura egipcia fue tan longeva y sobrevivió a periodos caóticos que duraron varios siglos, fue por la ausencia de otras civilizaciones importantes que pudieran alterar su modo de vivir. El hilo conductor de la civilización egipcia era la religión y la divinidad del faraón. Al final de la dinastía XX en que Ramsés XI, cuyo reinado duró casi treinta años, ya no podía hacerse cargo de sus tareas y delegó todos los poderes en Panehesi, el virrey de Nubia, el nombramiento no gustó a los sacerdotes de Amón, que perdían parte de sus poderes, y ocasionó una guerra en la cual el sumo sacerdote de Amón derrotó al visir. Todos los poderes quedaron definitivamente en manos de la casta sacerdotal y también los conocimientos científicos y la riqueza.

En la Atenas clásica la causa del momento de mayor participación del ciudadano fue el siglo VI a.C. cuando fue arconte Solón, fue el único periodo de democracia y participaban en ella todos los ciudadanos con la excepción de los que se declaraban idiotas —palabra que significa que sólo les interesan sus propios asuntos. A Solón le sucedió el tirano Pisístrato, y a este, Pericles, el siglo de Perícles fue el canto del cisne de la cultura griega, a él se debe la actual Acrópolis, y el periodo más activo de los filósofos, pero cambió el concepto de la vida de los atenienses, trató de hacer de Atenas una potencia económica, entró en guerra con Esparta para controlar el comercio de cereal de Siracusa y pereció durante un asedio de los espartanos. Poco después Atenas fue derrotada por Filipo de Macedonia en Queronea. La muerte de Alejandro supuso el fin de la civilización griega. En Grecia no se puede hablar de oscurantismo como causa de la decadencia, sino de pérdida de identidad porque se han perdido los valores de la democracia. Cambió el modo de vida de los ciudadanos y también sus valores, ya no eran los héroes que derrotaron al poderoso imperio persa en Marathón, Salamina, Platea o las Termópilas, esta última con la ayuda de Esparta. Con Pericles también se perdió el sentimiento panhelénico.

Tampoco en la Roma clásica se puede hablar de oscurantismo, como demuestran las investigaciones de Bryan Ward-Perkins se trata más bien de una pérdida de valores y una lenta transformación del modo de vida romano, ni fue una invasión pacífica como pretenden actualmente los historiadores norteamericanos, ni una serie de invasiones de los pueblos bárbaros, tal como se nos explicaba en los años sesenta y setenta. Mucho antes de la caída de Roma el fin de la república inició el deterioro de la civilización, es la época del panem et circensis. Tanto en Atenas como en la república romana, los esclavos, domésticos o agrícolas, gozaban de un modo de vida tolerable; no así los esclavos convictos condenados a trabajos forzados o al espectáculo del circo como gladiadores. En la dinastía Claudia la cultura romana cedió su territorio a un hedonismo progresivo, Roma se pobló de inmigrantes germánicos libres que  ofrecían sus servicios a menor coste que el mantenimiento de un esclavo. Se sabe que los esclavos de Escipión Emiliano —el segundo africano— propusieron trabajar a un sueldo más bajo para evitar despidos. La inmigración no debilitaba el poderío del imperio, los inmigrantes convivían con la plebe, y cualquier punto de la ciudad estaba cerca de un horno donde se conseguía comida gratuita y relaciones de sexo —de fornum procede la palabra fornicare. Esta forma de inmigración coincidió con una decadencia cultural notoria, mientas en las ruinas de Pompeya se puede leer un grafito que dice: “Aquí Febo, el droguero, jodió estupendamente”. El biógrafo de Justino explica que el emperador no sabía escribir, solamente el clero se libró del analfabetismo. Aun así Roma mantuvo su poderío económico. El creciente poder del ejército y el auge del cristianismo caracterizaron las sucesivas dinastías, ni los asesinatos de emperadores que cambiaban cada dos años, ni las invasiones de los bárbaros, ni los reyes germánicos de Roma con bigote cambiaron el modo de vivir del imperio de occidente. La cerámica de las fábricas del norte de África o de Millau —la Graufesenque—, en el sur de Francia, producían vajillas cerámicas cuya calidad no se volvió a producir hasta el siglo XVIII, y en cantidad suficiente para que se encuentren restos en pequeñas granjas o viviendas modestas, el consumo de aceite de la Bética en la Roma originó la colina de Testaccio, un barrio actual próximo al Palatino situado frente al barrio Portuense —antiguo puerto del Tiber—,  la colina está formada por los restos de ochenta y tres millones de ánforas que suponen un consumo de seis mil millones de litros de aceite de gran calidad. La principal causa de la caída de Roma fue la complejidad de la economía y la especialización, cuando los pueblos del norte atravesaron el Rin y el Danubio y empezaron a conquistar territorios paulatinamente y a recaudar sus propios tributos, Roma no pudo mantener en condiciones de uso el transporte por las vías terrestres, la expansión del islam y la piratería  supuso perder dominio del Mediterráneo. Los piratas normandos, por su parte, acabaron con el transporte en el Báltico y el Mar del Norte, las grandes fábricas de cerámica desaparecieron, también se resintió la economía agrícola, la Bética se había especializado en el aceite e importaba los bienes que necesitaba. El deterioro del bienestar afectó inmediatamente a Britania, que pasó a consumir una cerámica infame que ni siquiera utilizaba el torno, y se abandonó la construcción en piedra, aunque seguía importando pequeñas cantidades de objetos muy lujosos.  En el norte de África e Italia el deterioro siguió un proceso más lento, y las regiones menos afectadas fueron Canaán y el Egeo, segregadas del imperio de oriente.

4 Todas la civilizaciones que desaparecieron en la antigüedad siguieron un proceso de lento deterioro que no se advertía en el instante en que se producía, era necesaria una mirada retrospectiva, dimensión histórica para darse cuenta.  La situación que hoy vivimos ha sido como un golpe de látigo, como el secuestro de un avión, uno se embarca y de repente se encuentra en una situación inimaginada. Como en Egipto, se ha impuesto el oscurantismo pero es algo que se inició a principios de los ochenta y ha crecido de modo acelerado hasta que ha quedado claro que se pretende una humanidad totalmente ignorante y obediente, pero en Egipto la clase sacerdotal era muy culta y tenía importantes conocimientos científicos.  La pérdida de identidad y la obsesión por el poder económico caracterizó el siglo de Pericles. La Atenas de Pericles no es una ciudad sin cultura, nos dejó como herencia la filosofía de Platón, Aristóteles y Antífanes, y la obra de Ictino, Fidias, y Mnesicles, entre otros. La ciudad actual no dejará nada en herencia a nuestros descendientes. Cierto es que la Roma de Rómulo Augústulo no fue un prodigio en la producción cultural o científica, pero la cerámica que llevaba un sello de calidad no mentía, hoy las marcas que venden eso que llaman merchandising, han prescindido de la calidad que acreditó la marca. Una banda que se mantiene en el anonimato ha secuestrado tres cuartas partes del planeta y tiene como testaferros a unos tipos que arman mucho ruido con cuestiones de moralina o de lenguaje mientras aprueban de común acuerdo las leyes que en realidad nos mortifican.

Jaume Perich, 1971.

5 “La vida es breve; el arte, largo; la ocasión, fugaz; la experiencia, engañosa; el juicio, difícil”. Este primer aforismo de Hipócrates es el punto de partida de un ensayo de Séneca sobre la brevedad de la vida. La vida, para Séneca, no es breve si es vida, Séneca es un filósofo estoico cuya vida coincide con el final de la dinastía Claudia en un Imperio romano corrupto y entregado al hedonismo, para un estoico el vicio es la negación de la vida, el embrutecimiento, tampoco considera como vida dedicar el tiempo al negocio, aun cuando es preferible al vicio, y observa, con razón, que quienes no se han cultivado a sí mismos tienen pánico a la muerte porque no han vivido. En la cultura grecorromana, la cultura y la ciencia corresponden al ocio, que es la alternativa del negocio; son dedicaciones que se realizaban en el tiempo libre y precisan libertad, la arquitectura es un hecho cultural que exige conocimientos científicos y dominio de la técnica, la producción  del arquitecto consiste  en dar forma a los lugares en que se desarrolla la vida, los cuales deben contribuir a hacerla agradable. No va a ser fácil para los estudiantes el aprendizaje de la arquitectura. En la enseñanza secundaria se enseña a obedecer, eso se nota, han aprendido a saber “cómo se hace” sin saber qué están haciendo. En mis tiempos no se hacían deberes, se complementaban las lecciones con el estudio y se hacían exámenes, algunos problemas que se nos planteaban tenían un método para encontrar la solución, otros podían enfocarse de diversos modos y era necesario saber la teoría. En arquitectura no hay un método para proyectar, técnicas para construir las hay, pero en el proyecto intervienen muchos factores, el proyecto siempre es una alteración de un lugar existente, lo que se proyecta no es el edificio sino la totalidad del lugar, el  arquitecto debe tener criterio para establecer una jerarquía entre los factores, optimizar todas las facetas es imposible, por lo tanto debe conseguirse un equilibrio. Los edificios no son traspasables entre ciudades ni admiten con facilidad cambios de uso, para que el cambio se pueda hacer es necesaria una afinidad tipológica y que sea posible que el carácter del edificio reformado corresponda a lo que el edificio “es”. La escuela es un lugar adecuado para formar el criterio, pero en la actualidad no puede formar arquitectos, la única solución es que el estudiante se transforme en autodidacta, el profesor no dispone de minutos para llevarlo de la mano, pero puede ayudarle mucho si el estudiante se hace responsable de su propia formación. Para lo que es hoy la instrucción pública, todavía no ha llegado lo peor, cuando los profesores dejen de amar la arquitectura, lo cual va a ocurrir cuando les contraten unos individuos que no tengan ni la más remota idea de cuál es el cometido de la arquitectura, será mejor que prueben suerte en otro oficio.

Me gusta más hablar de arquitectura que de sus circunstancias, pero no se puede estar siempre disimulando y mirando hacia otro lado.

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