Puertamuro

Homenaje a la felicidad de HG.Wells y Peña Gantxegi.


Parque de la España Industrial


Un feliz día caminando por alguna de las grises aceras barcelonesas, obnubilado en unos pensamientos privados y complicados, no prestaba atención a por donde transitaba. Distraído, tropecé con un bordillo y caí rodando por unas escaleras hasta parar en un estanque de agua baja. Atónito y empapado, no daba crédito a lo que veía. El sol relucía como una eterna primavera, y una pareja de cisnes de acercaba con su infinita majestuosidad hacia mi, para preguntar si me encontraba bien. El lago se encontraba junto a un verdoso prado, un pinar, una zona donde los niños jugaban a la pelota. Las ardillas volaban entre una matriz de cipreses italianos y, allá a lo lejos, una muralla de escaleras refugiaba este paraíso de la invasión del desierto de asfalto.

Construyeron llamativas torres vigías para fortificar el perímetro. En el foso de entrada introdujeron un furioso Dragón “come-hombres” que no permitiera la entrada a Los Hombres Grises del Banco de Tiempo, para que Momo y su tortuga Casiopea pudieran chapotear sintiéndose seguras.

Sobre uno de los muros de la única edificación que existía, unos rudos atletas jugaban a un arcaico deporte golpeando una piedra de cuero contra la cantera calcárea y ortogonal, esculpida por el propio Oteiza, era un frontón lleno de vacío.

Salí del agua a la orilla para secarme al sol, y extendido en el césped se me acercó ronroneante El gato de Cheshire frotando su lomo contra mi muslo. Con su juguetona sonrisa me planteó el siguiente pensamiento: “¿Has encontrado la puerta de tu muro?”. En ese instante, me acordé de mi cita, y mirando el reloj me di cuenta que llegaba tardísimo. Me levanté de un salto y salí por la gran puerta de hierro.

Regresaba a la cotidiana acera gris llena de coches estresados. Por un instante volví la cabeza, pero la puerta por la que salí del parque había desaparecido. En su lugar había un viejo muro de ladrillo que ocultaba un solar vacío.

Cerré los ojos y recordé entonces a Michael Ende, Lewis Carroll, H.G. Wells, me sentí incalculablemente agradecido a Chillida, Oteiza, Peña Gantxegi –del cual tenía que hacer un artículo de arquitectura y me ha salido esto, otra vez será… –.

Abrí los ojos, y me dio un desmayo…

¿Por qué los arquitectos no quieren el parque de la España Industrial?

¿Tenemos miedo a la felicidad?

Escribidme…

1 Comment

  1. ¡Muy didactico! Razonables hechos. Manten este liston es un post estupendo. Tengo que leer màs posts como este.

    Saludos

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