La cultura de la calle

En esta ocasión, traducimos un escrito de juventud de Alvar Aalto. Lo publicó en un periódico finlandés tres años después de haber obtenido el título de arquitecto y cuando tenía tan sólo 26 años. Es un artículo fresco y curioso donde descubrimos las sensaciones y el interés que despiertan en el joven Aalto las cuestiones de la cultura urbana, representadas aquí por los comerciantes callejeros en ciudades de distintos países.
Alvar Aalto publicó el artículo original en el periódico finés Sisä-Suomi el 11 de enero de 1924 bajo el título de Katukulttuuria. En esa época firmaba sus artículos periodísticos con el sobrenombre de Remus.
Alvar Aalto (1898-1976)
La cultura de la calle
¿Quién no ha oído hablar del comercio callejero en los países sureños? Cuando un nórdico viaja al sur, normalmente pasa por la aburrida ciudad de Stettin. ¿Y el viajero inteligente? Pasa por Copenhague. Allí, en el pueblo del rey, el viajero percibe las primeras señales del floreciente comercio callejero que nosotros desconocemos. La anciana que vende en la esquina el periódico Berlingse Tidende  seguramente es la primera persona que recibe oficialmente al viajero. Incluso su sombrero tan antiguo y desharrapado despierta respeto. Quizás, aún más, porque esa antigüedad está llena del conservadurismo danés que representa, es decir, el del periódico Berlingse Tidende. La vieja va completamente vestida en “Berlingse”. Y su habla (en su boca no hay ningún ejemplar de ese periódico semioficial) es dulce como la miel.
La abuela encuentra competencia, no os preocupéis. Algunos gritan “Berlingse”, como ella, otros “plátanos”, “broches”, “pañuelos”, etc. Si tienes sentido del humor, compras. Si no, te excusas con un “no tengo ni un duro”.
Alemania es más seca, aunque hoy en día también tiene su diversión incluso en este campo: el comercio de divisas.
Después vete al sur, allí empieza el jaleo. No estoy hablando de Suiza, donde los quesos viejos son los únicos seres realmente vivos, sino de Francia.


¡París, ya sabéis! En sus bulevares se vende cualquier cosa. Y sus comerciantes de la calle dominan el lenguaje. Además, ¡se trata de la lengua francesa! Voltaire, por Dios, no es nada comparado con uno de ellos.
Así son las cosas en otros países, y no hablo de Italia, ni de Túnez, donde ni siquiera está permitido comerciar en otro lugar que no sea la calle; pasa lo mismo en las escuelas americanas, donde a los chicos sólo se les permite hacer los deberes durante las pausas.
En nuestro país no está permitido comerciar en las calles, porque Finlandia es… miedosa, como dice una canción. Y tiene miedo a la policía.
El mercado de Jyväskylä siempre ha sido primus inter pares comparado con otros mercados, ya desde los tiempos poéticos cuando el Circo Bohno y Reimers, a veces simultáneamente, eran los centros espléndidos de su vida de mercado. Belle Jöns de Bohno hoy en día se llama Jalmari Ruokokoski, creo.
También había buhoneros. Y parece que todavía los hay. De hecho, me da la impresión de que su oficio ha evolucionado y su número ha aumentado.
El mercado de Jyväskylä también tenía sus buhoneros.
– “¡Escuchad los sanos y los lisiados, los tontos y los sabios! Yo soy el buhonero Jussi, El Copioso. Vendo cosas como nadie. Lo único que no vendo es pan.”
“Pero seguro que la abuela puede necesitar papel de escribir. ¡Esto es papel fino de primera calidad! De Forssa.”
“Usted es de Saarijärvi, ¿no? Esto es papel de escribir, ¡y sólo cuesta cinco marcos! ¿No le convence? Pues también le pongo un puñado de horquillas. ¡Una muchacha espectacular tiene que tener un pelo espectacular! ¿Verdad?”
“Pues ¡más cosas! Le pongo un auténtico jabón perfumado de Londres. ¡Todo por cinco marcos! Y esto no es todo, ¡aún puedo más! Aquí tiene una cuchara de metal blanco, aquí un espejo de bolsillo y un cepillo para los zapatos. ¡Todo por cinco marcos!”
A esas alturas tenía que comprar. El comerciante me daba lástima. Por lo visto era un desgraciado benefactor de su pueblo.
Aún oigo el eco “jabón perfumado”, “peine”, “espejo de bolsillo de París”, “un auténtico cucharón alemán”…
Finlandia empieza a tener cultura de la calle. Y yo comienzo a tener horquillas.
Remus.

Selección y revisión: Ángel Martín Ramos.
Traducción: Karin Sothmann

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