La reedición del pasado es un medio de control político que transforma nuevas construcciones sociales en hechos naturales. La historia, como conocimiento, si bien se transmite como algo objetivo, dado e inalterable, es en realidad un complejo de significados subjetivos producidos socialmente. Tiene la función de institucionalizar la realidad, es decir, presentar el presente como un hecho que “siempre ha sido así” y que se experimenta como existente por encima y más allá de los individuos. De esta manera, se asimila como algo natural, escondiendo la subjetividad de instituciones contemporáneas para presentarlas como hechos objetivos. Toda institución contemporánea tiene “una historia” que la justifica, si bien los estados nacionales, desde su difusión en Europa tras las revoluciones burguesas, han constituido y constituyen el mayor organismo de reedición e institucionalización del pasado como medio de legitimación social. Controlando la producción y asimilación de la historia, es decir, anclando sus raíces en el pasado, los estados nacionales adquieren historicidad: el carácter de realidad objetiva asimilada por los individuos como algo natural. Es por este motivo que reclaman ser la continuidad de una era gloriosa nunca interrumpida, negando su modernidad y el hecho de su “reciente” aparición en la historia. Seleccionando épocas, eventos y personajes cambian la interpretación social del pasado, mientras que a su vez marginan y subordinan interpretaciones alternativas u opuestas. Read More
Articles de Agustín Cócola Gant
Mercado turístico y recreación del pasado
La transformación de la ciudad de Barcelona en espacios tematizados para el consumo turístico comenzó a planificarse en las primeras décadas del siglo XX. A pesar de ser un proceso propio de la actual sociedad de servicios, la burguesía catalana tuvo como objetivo colocar la capital en un lugar destacado dentro del mapa de las ciudades mediterráneas más atractivas. Read More