Abrió la ventana y después de un largo suspiro, el archidiácono señaló con una mano la iglesia de Notre-Dame y con la otra el libro abierto sobre su mesa pronunciando unas enigmáticas palabras:
Esto matará a aquello. El libro matará al edificio.
Esta sentencia ponía en evidencia el temor natural que despertaba la aparición de la imprenta y el posible debilitamiento de la fe religiosa, hasta ahora custodiada por la palabra; pero en el fondo, se revelaba un presentimiento más profundo y angustioso: el arte de la impresión reemplazaría irremediablemente el arte de la construcción.
La imprenta mataría a la arquitectura. Read More