Aunque tradicionalmente se ha visto al mapa como una representación de la realidad, la relación entre éste y el objeto que representa plantea un problema básico, dado que la cartografía no es una imagen neutra o aséptica. Por un lado, todo mapa se produce en un determinado contexto cultural, por ciertos personajes, con técnicas y objetivos específicos. Por otro lado, la relación entre el objeto representado y la representación misma no garantiza nunca una mímesis: es imposible representar la realidad tal cual la vemos, simplemente porque cada sujeto la ve de una manera diferente y también porque representar no es efectuar una copia literal, ya lo dice Borges al referirse al mapa del imperio que coincidía puntualmente con el imperio: Read More
Articles de Melisa Pesoa
Conocer, medir y dibujar el territorio. La construcción de la cartografía de la provincia de Buenos Aires
“… deben elegirse sujetos que, además de conocimientos científicos, estén adornados de una integridad a toda prueba. Ellos han de ser infatigables, hasta que perfeccionen un plano topográfico, que señale exactamente los territorios de cada partido, sus límites y haciendas en él comprendidas; sus pueblos e iglesias, sus pastos comunes, aguadas, égidos [sic], con una razón estadística la más prolija” (Coronel P.A. GARCÍA, 1810).
Imaginemos por un momento: principios de 1800, Sudamérica, Argentina, Buenos Aires. Una tierra relativamente marginada de la colonización española hasta mediados del siglo XVIII. Una ciudad de unos 40.000 habitantes en crecimiento, al borde de un río ancho como el mar, cuyo propósito es ser puerto de salida hacia Europa de las mercaderías que vienen del Alto Perú. A su alrededor una extensa planicie de hierbas, sin apenas árboles. “Extensa” en el sentido literal: alguien puede recorrer 600 km sin encontrarse un cambio importante en el relieve (para hacernos una idea, pensemos en ir a caballo de Barcelona a Córdoba sin atravesar ni una sola montaña). Por supuesto, alrededor de Buenos Aires hay algunos pequeños poblados, la mayoría funcionan como lugar de descanso y recambio de los caballos de los viajeros que van hacia el norte. El resto son estancias ganaderas―dado que el principal producto de la región es la carne―,y de productos para el consumo de la ciudad. Read More
Ángeles y demonios: dos formas de pensar Nueva York
El siglo XX fue testigo de muchas formas de ver y pensar la ciudad. En este sentido, el caso de Nueva York es paradigmático, porque nos permite leer la modernidad urbana como un ideal a alcanzar, construido, probado y con sus resultados, todos en un mismo escenario. Dos personajes son la cara de una misma moneda: Robert Moses y Jane Jacobs nos aportan dos formas de entender esa ciudad moderna y nos invitan a repensar su posición de ángeles o demonios dentro de Nueva York. Read More