Tantos siglos de arquitectura aún no han sido capaces de integrar en la reflexión habitual teórica sobre la misma el ingrediente que representa la luz.
Manejamos de manera reiterada y desenvuelta conceptos como espacio, forma, materia, función, técnica,… y otros muchos, algunos de mayor complejidad como el concepto de tipo o el de genius loci, y lo hacemos presumiendo de conocer sus reglas de juego y de manejarlas con soltura. Escribimos amplios tratados sobre cualquiera de los citados; sin embargo la luz forma parte aún de aquellos conceptos para los que hemos de echar mano de vocablos imprecisos o simplemente poéticos, sin atrevernos a entrar más en profundidad.
Y es que la luz arquitectónica no se deja aprehender fácilmente, no se deja someter. Se manifiesta esquiva y está llena de paradojas, misterios y matices, es permanentemente variable (me estoy refiriendo, lógicamente, a la luz natural) y ahí nos movemos con dificultad.
Hacer hoy una tesis sobre esta materia es, pues, una aventura cargada de riesgo y que demanda unas buenas dosis de pasión y de paciencia.
Victoria Fuster lo sabía pero llevaba la inquietud y el aprecio por el tema desde los cursos de doctorado y decidió andar ese camino.
Su tesis doctoral nos ofrece un sabroso equilibrio entre el misterio de la luz y sus aspectos científicos y prácticos, todo ello apoyado en la arquitectura que el tiempo ha cargado de sabiduría (la vernácula) y en vistas de ser útil a la práctica arquitectónica de hoy en día,… en el tan apreciado marco mediterráneo.
Para mí ha resultado un placer acompañarla en el trayecto.
Juanmaría Moreno Read More