MENDES DA ROCHA. Hem de parlar

Paulo Mendes da Rocha (Vitória, Espírito Santo, 1928) es uno de los arquitectos brasileños más reconocidos internacionalmente. Es autor de proyectos tan emblemáticos como el Museo Brasileño de Esculturas (MUBE), lugar donde el arquitecto acogió en enero de 2009 a un grupo de profesores y estudiantes de la ETSAB encabezados por Manuel Bailo. Publicamos aquí la entrevista que tuvo lugar en ese encuentro.


Mendes da Rocha

Mendes da Rocha ens esperava al Museu d’Escultures del MUBE a Sao Paulo.  Nosaltres, una trentena d’alumnes i diversos professors de l’assignatura De Brasilia a Rocinha, portàvem un cistell ple de regals  pel senyor da Rocha. Cadascun dels regals era fet i pensat per cadascun dels alumnes. I cada regal que el senyor Mendes triés, equivaldria a una pregunta que li podríem formular.
Es tractava d’un joc. Ell triava el regal a canvi d’una pregunta. I així va ser com, acompanyats d’un autocar i suportant la intensa humitat de la Terra da Garoa en ple mes de febrer, vam arribar a un museu que no va deixar de sorprendre’ns: no hi havia museu. De primer cop d’ull, vam entendre que el programa estava soterrat. Només es veia un gran volum de formigó que provocava una ombra  que poc li faltava per arribar al centenar de metres sense un pilar. “No fos cas que els pilars es confonguessin amb un Giacometti”, encetava entre riures un Mendes da Rocha que ens rebia amb més somriures que anys aparentava…


Una roca

La pregunta hace referencia a su apellido –de la Roca, en castellano–. (Ríe) Es una roca volcánica de las Islas Canarias…

…¿De la propia isla? ¡Es un pedazo de la isla!

¿Usted tiene en cuenta los materiales del entorno y del lugar para elegir cuáles va a utilizar en el proyecto?

Nunca pensé que un territorio necesitara este tipo de monumentalidad. Nosotros construimos con dos materiales: hierro y hormigón armado. No acredito que se pueda imaginar una construcción que acabe recubierta. Nunca pienso en un revestimiento. No lo puedo concebir.

¿Y no deja de ser revestimiento aquello que es de nuestros tiempos?

Una simple pintura es un revestimiento químico, sin duda. La naturaleza es mucho más que un trozo de material. No veo interesante esa mímesis con la naturaleza. Me parece una tontería revestir un edificio. La arquitectura debe expresarse desde su naturaleza.

Un sombrero de mimbre

Así como el mimbre actúa en el sombrero, ¿de qué manera la estructura define sus proyectos?

Nunca quise hacer “una estructura”. La estructura es un instrumento del proyecto. Por ejemplo, en el MUBE, pensé que no debía haber pilares. En un museo de escultura, si pones un pilar, alguien se puede equivocar y pensar que es un ¡Giacometti!

Un porrón y un libro sobre Jujol

El arquitecto catalán Jujol puso un porrón en la cubierta de la casa Planells. ¿Cuando usted piensa, por ejemplo, una casa o una cosa más pequeña, lo hace de un modo distinto a cuando piensa un estadio o una cosa mucho más grande? ¿O son intercambiables? ¿Podría una de sus casas convertirse en un museo o en algo distinto?

A mí no me gustan las metáforas en arquitectura. Esta pieza de arquitectura es esto y aquella es aquello… ¡De ningún modo! Los sentimientos que tenemos en un estadio de fútbol no son los mismos que tenemos en casa. Pero, a veces, nos marchamos de casa pensando en un problema que persiste en el estadio… ¿Dónde está esa persona? ¿En casa o en el estadio?



Un libro de poesía

Es un libro de Joan Margarit, arquitecto y uno de los mejores poetas de Cataluña. A propósito de la literatura… ¿Cómo le gustaría a usted que explicasen su arquitectura?

¡Me gustaría mucho oír que se habla de ella! Pero a propósito del libro… la poesía está en cualquier lugar mientras sepamos sorprendernos. El otro día asistí a una aula de matemáticas de altísimo nivel. Eran algunos matemáticos de aquí que desarrollaban largas ecuaciones… ¡No podía comprender nada! Pero me di cuenta de que es una escritura como cualquier otra. ¡Puedes hacer poseía con funciones matemáticas! Pero imaginad la calle…todo ese movimiento, los semáforos, las señales de color rojo, verde y amarillo… El hombre es capaz de sorprender a la realidad y transformarla en poesía.

Usted es de una época en que la mujer no estaba vinculada profesionalmente a la arquitectura. Pero en nuestro grupo somos mayoritariamente mujeres. ¿Qué cree que la mujer aportará a la arquitectura?

El hombre es muy distinto a la mujer. Física y biológicamente. La mejor contribución masculina al conocimiento humano debería tener un lado femenino. Y la mayor manifestación de conocimiento femenino debería tener un lado masculino. Todos deberíamos tener un poco de masculino y de femenino.

Una cajita de música

¡Ah! ¿Sabéis que yo tengo pasión por esto? Tuve una como esta durante muchos años. Hace unos días que una señora, madre de un joven que hizo un stage en el despacho, vino a visitarme con una niña pequeña. Yo no la conocía. Conversábamos y, mientras la niña hacía unos dibujos, le regalé la cajita de música. ¡Esta la reemplazará hasta que venga la próxima niña!

Es un objeto muy arquitectónico, muy constructivo, se monta a partir de piezas: una manivela, que gira un cilindro, tiene unos salientes que chocan contra unas piezas de acero de distintos gruesos. Pero, ¿cuántas de estas piezas son importantes? ¿Cuál de ellas sería dispensable?

Para mí, la suprema obra de arquitectura es la que si le quitaras 250 gramos, caería entera al suelo. Las catedrales de piedra son así. Todo encaja, funciona y es estable. Al principio, la fuerza de la gravedad era un contratiempo. Entonces el hombre cortó la piedra a partir de la geometría e hizo un arco. Si sacas una piedra de ahí, todo cae.

Aquí, en este auditorio, hice una estructura de muros con una repetición de la jácena transversal. Aquí también, si sacaras una jácena, toda la arquitectura se vendría al suelo. La arquitectura tiene que ser así, precisa y sin excesos.

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