ALDO VAN EYCK. Hem de parlar

A continuación podéis leer la entrevista que la arquitecta italiana Cleclia Tuscano realizó en septiembre de 1991 a Aldo van Eyck.  Publicada por primera vez en Risselada, M. y Van den Heuvel, D. (2005), Team 10 -in search of a utopia of the present. Rotterdam: NAi Publishers, pp. 328-331.

Aldo van Eyck durante el encuentro del Team X en Holanda, 1974. @ Sandra Lousada

Aldo van Eyck durante el encuentro del Team X en Holanda, 1974. @ Sandra Lousada

¿Qué recuerdos y opiniones tiene sobre los últimos encuentros del Team X en Spoleto, Toulouse y, quizás, Portugal, encuentro que se menciona en el libro Team X Meetings y del que nadie parece saber nada?
Claro que nadie sabe nada, ¡porque nunca existió tal encuentro! Los Smithsons me escribieron sobre éste, y lo mismo hizo [Pancho] Guedes. Apuesto a que todavía podría encontrar la carta donde explicaba los motivos por los cuales no asistiría al encuentro, aún cuando tenía muchas ganas de reunirme con Guedes de nuevo, un hombre encantador, con el que siempre daba gusto hablar. Alison Smithson había decidido autoritariamente —en su línea—, cuál sería el tema del encuentro de Portugal. Tenía una idea sobre Portugal y la arquitectura blanca del norte de África, una teoría pasmosa acerca del color blanco en la arquitectura mediterránea del sur de Europa procedente de África. Por supuesto que también hay casas blancas en el norte de África, pero estas son fundamentalmente del color de la arena, por lo que el tema planteado me pareció sencillamente absurdo. Por aquel entonces, Alison se mostraba cada vez más interesada en la cultura y la historia, temas por los que ninguno de los Smithson se había interesado antes. Los Smithsons pensaban que la historia, siguiendo un concepto muy convencional de la misma, es algo que dejamos atrás, pero más adelante, a su manera, pasaron a interesarse mucho por ésta; estudiaron la arquitectura en la Grecia clásica, las ciudades griegas, el Japón antiguo, y de repente pasaron a estar tremendamente interesados en la posible relevancia de lo que el pasado significa para nosotros, no tanto formalmente, pero sí intelectualmente.

¿Qué pensaban los demás sobre el vínculo con el pasado?
Para empezar diré que algunos de los miembros del Team X tenían el mismo tipo de miedo al pasado que tenían los CIAM: un sentimiento de que el pasado era algo que debía ser superado y dejado  atrás, algo de lo que había que alejarse, para mirar hacia e eeel futuro. Durante años traté de introducir la idea de que jamás podríamos ir más allá de los CIAM, a no ser que encontráramos la forma de reconciliarnos con el pasado y un método para lidiar con éste. De lo contrario, no podríamos avanzar.

El trauma del que debíamos librarnos era, curiosamente,  muy similar a otro de contemporáneo: las vanguardias del siglo XX carecían prácticamente de interés tanto para los CIAM como para el Team X. Temían tanto al pasado como al arte de vanguardia. Por supuesto, había personas como Giancarlo de Carlo con un punto de vista distinto, pero él es un intelectual, un hombre cultivado, y los CIAM no eran un grupo de personas cultivadas que hablaban de cultura. Esto se podía hacer con Giedion y con otros pocos que se atrevían a ampliar la limitada perspectiva de los arquitectos que no mostraban ningún interés más allá de los edificios. Ese era el trauma del CIAM, y en relación al tema del pasado el Team X siguió igual.

Así que Alison y Peter Smitshon se interesaron por la historia.
Ambos tenían una gran capacidad intelectual. Provenían del norte de Inglaterra, y en Inglaterra el único lugar de cultura era el centro de Londres, lo demás era absolutamente salvaje. Viví allí durante algún tiempo, en un momento en el que —ahora es distinto— no había conocimiento alguno sobre Picasso, Mondrian o Breton… De las vanguardias no había ni rastro y “Corbu” era vagamente conocido. Inglaterra apenas participaba del Movimiento Moderno. Los británicos están hoy bien informados, lo conocen todo, cuentan con exposiciones de pop art, aunque no forman parte de él.

Los americanos son distintos, los Estados Unidos son un crisol de culturas donde la gente proviene de todo el mundo. Nueva York, como París, es un lugar lleno de vida. La vanguardia no fue francesa, pero el centro de referencia era París, y en ocasiones se desplazaba a Nueva York, pero nunca a Londres.

¡Cuando uno visita una exposición de artistas pop americanos y se encuentra ante el poder absoluto de Andy Warhol y con las banderas de Jasper Johns, se da cuenta de que los ingleses no tienen nada que ver con eso! Parecen ingenuos, es vergonzoso, no se aprecia nada de la claridad de Roy Lichtenstein o de Warhol: únicamente collage, con un poco de guerra por aquí, un poco de pacifismo por allá, un poco de violencia y un poco de surrealismo,  algo de crueldad y algo de psicopatología. Introducen todo aquello prohibido de la Inglaterra victoriana. Los Smithson formaron parte de la supervanguardia inglesa londinense —aunque no de la auténtica vanguardia— con Nigel Henderson y algunos más. Eran muy excéntricos. Fueron quizás los primeros en sacudir y despertar a Londres. Revolucionaron la arquitectura británica. Inglaterra todavía estaba asustada de Le Corbusier y de todos aquellos arquitectos continentales chiflados, como Gropius, que llegaban a Inglaterra. Peter Smithson solía llevar una camisa con la torre Eiffel estampada, o a veces vestía elegantemente, pero con unos extraños calcetines rojos, y Alison siempre llevaba ropa de lo más provocativa. Ambos escenificaban siempre su aspecto pensando en la sensación que causaría su aparición. No hay nada malo en ello, era puro teatro.

Siempre estaban ocupados con la historia del período heroico [del Movimiento Moderno], tratando de comprender a las personas que les precedieron –Le Corbusier, Mies, Gropius–, identificándose con el mismo y evaluándolo todo a través de ese modelo. Su cualidad principal consiste en haber sido capaces de crear historia, de hacer historia. Sabían lo que iban a hacer, y sabían que era importante.

También proponían temas de debate, registraban los encuentros y seguían trabajando con el material a posteriori .
Lo siguen haciendo, mire el libro Team 10 Meetings. Pero de hecho, ese no es un libro de historia. Alison dice que son sus recuerdos, pero las cosas parecen, de algún modo, haberse tergiversado. Primero, empieza diciendo que a todas las personas citadas se les envió el material para que lo comentaran, pero yo no supe de la existencia del libro hasta el día en el que lo recibí. El Team X consistía en reuniones familiares donde las cosas se debatían de forma estrictamente confidencial, ya que nadie nos miraba por el ojo de la cerradura. Es decir, que con la publicación de las grabaciones está haciendo un mal uso de la privacidad del Team X. Me resulta especialmente doloroso ya que todo lo que dije ha sido manipulado, y cada vez que soy mencionado hay alguna observación de Alison. Por ejemplo, se puede ver una fotografía de Alison con una nota que dice: “Alison Smithson, Dubrovnik, reescribiendo durante el almuerzo un documento del Team X que Van Eyck había desechado, 1956”; o “Aldo van Eyck, que decidió por fin hablar en inglés, dijo…”. ¡La verdad es que no recuerdo haber hablado nunca en otra lengua!

¿Y qué decir de la descripción publicada en Team 10 Meetings sobre la ciudad ideal maravillosamente dibujada por Blom que llevé a Royaumont? Se trataba de una composición abierta. Las casas eran calles y las tiendas eran calles. Se trataba de un plan abierto de miras realizado por un idealista que soñaba con una sociedad que funcionara mejor que la nuestra. No había razones por las que el plan no pudiera ser simétrico en todas direcciones, como un copo de nieve. Era una ciudad ideal, no había viento, ni mar, ni bosque. Pero los Smithsons y Woods descubrieron fascismo en un copo de nieve, en el más ligero y precioso material que se puede tener.

A los Smithsons no les gustaba especialmente construir. Otras personas necesitarían, por ejemplo, organizar en su mente todos los datos, todas las emociones requeridas para hacer un edificio: lo que harán y no harán, las cosas que deben ir juntas, es decir, de algún modo coordinar e ilustrar, también disparatadamente. No importa la manera en que se reúnan las ideas mientras el edificio no sea un disparate. Se concentraban en un juego intelectual, que puede ser muy interesante. Creaban las reglas del juego, nuevas reglas muy estrictas; pero son personas meramente conceptuales, y este tipo de personas tienen una dificultad: aunque continuamente estén creando nuevos conceptos, o juzgando los conceptos de otros, o transformando los propios, se trata siempre de algo conceptual.

¿Qué significaba el Team X para ti entonces, si no una cuestión de ideas?
El Team X no lo era todo para mí entonces. Era algo importante, pero no la piedra angular de mi vida, como sí lo era para los Smithsons. Toda su vida giraba en torno al Team X, y cuando cpnsideras que algo es tan importante pierdes la perspectiva, discutes toda sugerencia que viene de otro. Si Bakema y yo decíamos: “¡invitemos a Stirling a Royaumont!”, se desencadenaba una pelea terrible. O si proponíamos hablar no solo de cierto tema sino abordar otro que nos parecía bonito, entonces era la GUERRA, y decían: “¡no, no contéis con nosotros si vais a hablar sobre esto!”. Así que siempre tuvimos problemas con los Smithsons, estaban entregados fanáticamente y lo querían todo a su manera. Retrospectivamente, se puede concluir que ellos eran los miembros más firmes del grupo. Bueno, en cierto sentido lo eran. Los demás eran demasiado educados, no querían gritar ni hablar todo el rato, pero Bakema y yo, a dúo, sí lo hacíamos. Durante el desayuno o por la tarde, cuando las reuniones oficiales terminaban, empezábamos a formar tríos y cuartetos para charlar y debatir otros temas.

El Team X dejó de reunirse.
No creo que debamos reunirnos de nuevo. Si no hay nada que decir conjuntamente no es necesario reunirse, y además también puedes hacerlo de manera informal. Por ejemplo, me encuentro con Giancarlo de Carlo una o dos veces al año como mínimo, y también con Erskine y Herman Hertzberger en su escuela de Ámsterdam. No es exactamente el Team X, pero sí una especie de perpetuación, hablamos y debatimos sobre los mismos temas. Nos juntamos y, de algún modo, algo avanza.  De hecho, esto era lo mejor del Team X. No tanto las reuniones, como esos encuentros informales entremedio: cartas ocasionales que circulaban, una especie de red de cartas… Por supuesto, tal y como apuntas, éramos personas independientes y no un club o una secta. Cada uno tenía su propia vida, su propia filosofía, sin embargo, supongo que en ese momento había suficientes afinidades, suficientes ideas comunes y comparables, a pesar de las divergencias. Esto es lo más importante, ¿por qué nos juntábamos si no para intercambiar pensamientos sobre todo aquello que nos preocupaba?

¿Podrías compartir con nosotros lo que recuerdas de los miembros del Team X?
Al principio había gente muy importante que luego desapareció. Algunos de los fundadores abandonaron inmediatamente , como fue el caso de Greig Grung o Rolf Gutmann. Es interesante comentar el caso de Gutmann ya que uno de los principios fundamentales que hizo crecer todo el concepto del Team X era suyo. De hecho, uno de los primeros principios sobre el árbol y la hoja provenía de Gutmann que identificaba la casa con la ciudad, o la parte con el todo, identificaba también la complejidad de lo plural en lo singular, y descubría la singularidad de lo plural. Esta reciprocidad es un concepto que debería haber estado en las bases del Team X, y surgió de Gutmann.

También abandonó Károly Polónyi, seguramente por razones políticas. No lo sé. He olvidado cuando ocurrió. Pero por supuesto, es interesante descubrir qué pensaba del Team X alguien que venía de Hungría, alguien de más allá del telón de acero. Es interesante ya que, aunque ciertamente muchos húngaros pudieron leer el Team 10 Primer, él podía venir y dar su punto de vista. Polónyi tenía un alto cargo: creo que era el jefe de urbanismo de Budapest, y era por eso por lo que podía salir del país, mientras otra gente no podía, así que participaba entusiasmadamente. Como funcionario del gobierno siempre tenía la sensación de que de algún modo estábamos en posiciones diferentes, él era jefe de planificación de la ciudad, y los demás construíamos. No puede decirse exactamente que Polónyi fuera un miembro más, pero era amable, un hombre inteligente, y contribuyó con el Team X con su presencia , porque todos los que participan en la creación de un buen ambiente contribuyen por el mero hecho de su presencia.

Sería muy difícil establecer cuál fue la contribución específica de cada uno de nosotros. Por ejemplo, qué decir de Antonio Coderch, salvo que fue el más dotado del grupo, un gran arquitecto. Era muy sensible y discutía poco. Era una figura solitaria. Era severo, moralmente severo, pero no dogmático. Era puritano y católico. Era un genio. Escribió el artículo “No son genios lo que necesitamos ahora”, pero él sí era un genio, un arquitecto fantástico, un artista. Era una persona enormemente complicada, un moderno en términos de arquitectura, un gran amante de Miró y de Lorca, y un gran amigo de ambos también. Cabe decir también que provenía de una típica familia aristócrata catalana. Daba la impresión de estar en contra de la gente que lo rodeaba en el Team X, pero probablemente vino siempre. No hablaba mucho, pero era una persona influyente en el grupo.

En una ocasión organizó una exposición de sus casas cerca del mar, y tomé parte en el debate diciendo: “ahora tienes que admitir que estas casas son para ricos, es decir, que al final tienes que hacer un juicio social, sobre si construyes para los ricos o para los pobres”. Y él respondió: “podrían ser una inspiración para las casas humildes en el futuro. Las casas de los ricos son importantes, porque se convierten en modelo para todos”. Y en Holanda, ocurrió así rápidamente: si construyes un gran balcón en una casa porque tienes el dinero para hacerlo, y si es un buen edificio, se convierte en modelo para otros. Y ese es, en parte, el trabajo del arquitecto.

Otro artista con estilo propio, aunque puedas estar en total desacuerdo con lo que hace, es Pancho Guedes. Sus edificios son los de un artista. Toda su personalidad muestra a un artista: lo que pinta, lo que dibuja, todo. Lo hace todo continuamente, creo que no duerme. Él diría cosas del tipo “mi edificio es un león sonriente”, y eso es de locos. Estuvo en Sud-áfrica y en Mozambique, pero también en Europa. Sus edificios no son arquitectónicamente muy buenos: pero él es fantástico. Pinta, esculpe, construye solo o con la gente. Pancho Guedes tiene una personalidad increíble, y me gusta porque cuando él llegó el Team X despertó. Lo extraño es que a todos nos gustaba. Él era, en parte, la parte exótica y extravagante de los Smithsons. Ellos partían de esa misma lógica, estaban un poco locos y eran provocativos, y ese era su lado bueno. Provocaban a todo Londres. Deberíamos dar a los Smithsons el premio a “los grandes enemigos”. Inglaterra está hoy falta de personas estimulantes que te piquen y te irriten y hagan que te cuestiones si estás haciendo lo correcto. La vehemencia moral de los Smithsons fue muy útil en una Inglaterra adormilada. Pienso que se merecen un premio por lo que han hecho y lo que no han hecho, y por su vigor y grosería.

¿Y qué me puedes decir de Doshi?

Venía con regularidad.

¿En serio? Parece que vino una sola vez, al encuentro de Urbino.

¡Muy típico del Team X! Si me preguntas a quién vi muchas veces o a quién apreciaba, es un otro historia. Doshi es un gran amigo mío; he estado en su escuela de arquitectura en Ahmedabad para hacer alguna conferencia. Aprecio a Doshi enormemente; me acaba de enviar alguno de sus maravillosos dibujos, muy coloridos. Puesto que Doshi es un viejo amigo, mis recuerdos sobre el Team X son de cuando él estuvo allí; aunque sólo asistiera dos veces, tengo la sensación de que siempre estaba, porque Doshi es uno de los mejores, un arquitecto con mucho talento.

Otro hombre con verdadero talento de arquitecto es Giancarlo de Carlo. Nunca temía discutir sobre arquitectura. Y este tipo de arquitectos desean y esperan que las discusiones giren alrededor de la calidad de un edificio, de la calidad de los detalles, pero este no siempre era el tema de discusión en el Team X y, en su lugar, debíamos discutir sobre urbanismo, etcétera. No podemos decir que hombres como Coderch y De Carlo no estuvieran interesados en urbanismo, pero al Team X —como a los CIAM— le entusiasmaban los grandes temas.

En las notas de la reunión en Spoleto, el debate surgido a raíz de la presentación que hizo Giancarlo sobre su proyecto en Terni es muy interesante, pero gira en torno a grandes temas, como la forma del valle y de las colinas, los pueblos italianos asentados en laderas, la “cubierta” y la manera en que uno se mueve por el complejo residencial, que es muy arquitectónica en sí misma. Pero en esta discusión no se tratan detalles sobre la manera en la que se usan, por ejemplo, el hormigón, la madera o el cristal.

En parte, esto es debido a que la aproximación de Giancarlo siempre abarca, de alguna manera, la escala global, e incluye el territorio y la historia. Recuerdo que hubo un debate intenso sobre el edificio de Urbino, y a raíz de ello escribí un largo ensayo sobre él, que se publicó en Zodiac. En ese ensayo remarcaba esa doble lealtad de Giancarlo. Por un lado, la arquitectura de sus viviendas en Matera y Comasina, que en Otterlo parecieron agresivas (aunque para mí no tanto): había arcos, ventanas ovales, una cubierta inclinada, ladrillo; todo el ‘contrabando’ de formas y materiales. Argumentaba tal uso, diciendo que era el tipo de elementos que la gente comprendía, que les eran cercanos y familiares.  Por otro lado, en lo que se refiere al urbanismo,  organizó el proyecto con bloques paralelos  y perpendiculares; lo que algunos consideraban entonces un lenguaje regresivo: su dialéctica urbanística era la de los CIAM, la del mundo moderno.  Es decir, él convivía con este dilema entre el lenguaje arquitectónico y la teoría del urbanismo, teoría muy ligada a los CIAM. Existía una discrepancia entre él y nosotros en aquel momento. Tendíamos a usar, o si prefieres, a usar incorrectamente, Matera como un modelo de ciudad asentada en una ladera, como un ejemplo de casbah, como una pequeña ciudad entendida como una gran casa. Un conjunto de edificios estrechamente unidos en los que una comunidad vivía con todas las funciones mezcladas. Era precisamente eso lo que buscábamos después de la técnica de zonificación de los CIAM: queríamos esa malla. No creíamos en las cuatro funciones —esa historia era demasiado simple. Pero Giancarlo descartaba Matera como modelo de casbah, porqué la veía como símbolo de opresión y pobreza. En este sentido pensábamos distinto: no pensábamos en la ciudad medieval como expresión de un sistema político. Sabíamos, por supuesto, que en los tiempos feudales existía una gran opresión , pero no nos remitía a un tema político. Nos fijábamos en Matera y veíamos un ejemplo de fenómeno bien tejido, mientras Giancarlo miraba a la historia y veía pobreza.

Sólo utilizábamos la palabra “casbah” como una imagen poética. Hacíamos referencia a cualquier sociedad caleidoscópica en la que todas las funciones están más o menos mezcladas, y yo siempre dije que la casbah era el horizonte al que aspirar. No tenemos que hacer una casbah literalmente, e imitar un período de la historia de la humanidad en que todo estaba mezclado y estrechamente tejido, pero necesitamos ser un poco más “casbahísticos”, poniendo, acomodándolo todo y dejando que las cosas vuelvan a penetrarse entre sí. Esto es lo que casbah significaba para nosotros. Puede decirse que, en Matera, la cubierta de uno es la puerta principal de otro, o sea “mi terraza es tu entrada”. Si tienes que subir una escalera y pasar por la terraza de alguien dices “hola” y sigues subiendo hasta tu casa. Lo que nos emocionaba  no era que fuera algo romántico, sino el hecho que tenía que darse una relación de comunidad entre la gente, de otra forma sería imposible vivir juntos. Estábamos interesados en otros conceptos sobre el significado de comunidad.

Matera no era el único caso que observábamos, buscábamos ejemplos en todas partes del mundo, donde se pudiera apreciar el significado de lo público y lo privado. Cuando conoces la diversidad que existe en las sociedades en todo el mundo no debes copiarlas, pero sí saber que las cosas pueden ser diferentes. Entender eso te ayuda.

Para Giancarlo Matera era un símbolo de opresión. En el proyecto de Terni las cosas se invierten. Abandona el lenguaje de Matera, y se aproxima a un lenguaje que podemos llamar moderno: ¡maldita sea, me debo estar equivocando, me va a matar!

En Terni empezó a construir utilizando un lenguaje moderno, sin embargo, allí construyó una casbah, con sus calles en el aire, escuelas a nivel de calle, y casas en lo alto. La sección del proyecto es compleja, con chiquillos moviéndose sobre las cubiertas para ir a la escuela, que era precisamente con lo que nosotros soñábamos en los inicios del Team X. Entre Matera y Terni, bajo mi punto de vista, se encontraba su edificio para estudiantes de la universidad en Urbino. En ese momento, el edificio de Urbino era el único que conciliaba diferentes aproximaciones. Allí Giancarlo se mantuvo leal a las ideas del lenguaje de Matera, y al mismo tiempo tradujo la arquitectura moderna en algo que era muy sutil en muchos sentidos. Usó curvas, algo que a otros arquitectos del Team X ni siquiera se les habría ocurrido. Es un edificio de gran calidad, intelectualmente brillante, áspero en el uso del hormigón, no tanto en los pequeños pabellones, pero sí en el edificio central. Todo el edificio es representativo, es decir, en él encuentras una ciudad como un edificio que es como una ciudad. Todos mis principios están allí, y también otras cosas, como por ejemplo el concepto de paisaje. De algún modo, el edificio es el eco del mismo Urbino. Es sintético, no ecléctico. Ese edificio es a la vez moderno y está impregnado del pasado, ¿no crees? Te das cuenta de que Giancarlo conoce el pasado, y lo domina; vive en el presente, pero tiene los pies en el pasado. Esto es lo que estábamos buscando, y es precisamente por lo que estábamos en contra de los CIAM. Aalto también tenía ese sentimiento, pero nunca vino a los CIAM. Ese edificio pertenece verdaderamente a la generación post-CIAM, y es por eso que yo disfrutaba de la presencia de Giancarlo. Él introdujo estos temas des del primer día. Él siempre provoca. Él siempre reivindica que la diferencia entre Borromini y Bernini, es que el primero era provocador, y el segundo complaciente. Ambos tenían un gran talento, pero uno lo usó para desafiar a la sociedad, algo también común en Giancarlo, y el otro para ir de la mano de la sociedad. Es obvio que nuestro tipo de personalidad encuentra a Borromini mucho más interesante.

Has hablado sobre el vínculo con el pasado, con las vanguardias y con la historia. ¿Qué otros temas recuerdas que fuesen relevantes en las discusiones del Team X?

Por supuesto, había otros hombres muy interesantes en el Team X, por su personalidad, intelecto y pasión. Uno de ellos era John Voelcker. Se preocupó verdaderamente por los grandes problemas del urbanismo. Fue uno de los primeros, ya en Aix, que habló de cantidad, número e identidad, y lo hizo de tal modo que yo pensé “caramba, ahora tengo una nueva escala, aquí hay uno al que han calibrado con otro patrón, con una aproximación completamente distinta…”.

¿Crees que fue un buen arquitecto y un buen pensador?
No sé, no era el tipo de persona que se preparara para construir. Construyó diversas cosas, pero no muchas. Era un poco más joven; en todo caso con el tipo de ideas que tenía no era fácil engancharse a la práctica constructiva británica. Sus ideas iban muy lejos, aunque no eran utópicas. John era la quintaesencia del pensamiento del Team X. Era el mejor de los pensadores del Team X de lejos, en lo que se refiere al urbanismo. Sabía mucho, era interesante, predispuesto y abierto. Le interesaba mucho el tema de la multiplicidad de la vivienda, la estética del número. ¿Cómo repetir una casa un millar o un millón de veces  y, aun así, evitar que un hábitat sea monótono? Este es uno de los problemas de nuestro tiempo, cómo manejar una gran cantidad de viviendas. No puedes evitar la repetición, así que debes desarrollar una nueva estética: la estética del número.

Finalmente, dejó Londres y comenzó su a ejercer en Sutton Valence, un pueblo agrícola en Kent. Con todas sus reflexiones sobre ciudades, Londres era demasiado para él en muchos sentidos, por lo que huyó hacia este pequeño pueblo donde sus teorías sobre la gente y la penetración de un edificio con otro pudiera comprenderse, pudiera ser legible.

Si se lee Team 10 Meetings, uno se sorprende de que una de las figuras destacadas, a lo largo del libro desde el principio al final, es John Voelcker. Es interesante porque en la reimpresión de Team 10 Primer Alison lo marginalizó. Ella lo consideró como “invitado”. Pero ahora esto ha cambiado.  En este libro, John aparece por todas partes, ha sido reintroducido. Después de haberlo despreciado, los Smithsons lo traen de nuevo de vuelta. Y Woods también. Woods y John están por todas partes.

¿Tenían las ideas sobre urbanismo de Voelcker algo que ver con las de Woods  ?

No, no lo creo, como mínimo tal y como yo lo veo; cuando me refiero a Voelcker lo hago sólo en relación al principio del Team X. El dogmatismo de Woods acabó resultando extremo, intolerable al final. Cuando el Team X se desvinculó del CIAM, empezó bien. El CIAM parecía ser el último capítulo de un racionalismo estrecho de mentalidad única, y el Team X era la oportunidad de formar parte de un mundo mejor que pudiera incluir la arquitectura moderna, la pintura moderna, el pensamiento moderno, la ciencia moderna, la estética formal moderna, la reflexión moderna. No deseábamos rigidez. Por supuesto que a todos nos gustaba Shad [Woods], no podíamos evitarlo. En primer lugar, era descendiente de irlandés, con todos los rasgos del carácter de los irlandeses americanos. Era irregular, alocado o muy serio. Lloraba con seriedad  por el mundo con una emoción descontrolada. Al principio nos llevábamos muy bien, pero después, y no sé si coincidió con su enfermedad, empezó con su historia del árbol.

¿Te refieres a la idea de stem?

Sí, el stem. Se trataba de una idea social sentimental. Estaba bien, pero no había nada entre líneas. Era de nuevo una lógica de vía única. Más tarde, Woods quiso deshacerse de la arquitectura. Se convirtió en un antiarquitecto, porque el arquitecto es un formalista, define la forma o define el modo en el que la gente puede vivir, y definir una forma de un modo u otro está tomando decisiones para otras personas, imponiendo un modo de vida a otros. De alguna manera eso es cierto, por supuesto, pero en su pensamiento se convirtió en una idea básica. Empezó a estar en contra de cualquier material, fuera madera o mármol, y empezó con la idea de la flexibilidad, la necesidad de adaptación, pero hasta un grado extremo. Todo el mundo debía discutir con él cómo se adaptaría el edificio al cambio a lo largo del tiempo y para gente diferente, y sobre qué debes hacer cuando el cliente es anónimo o si simplemente tienes que escoger para personas a las que no conoces.

En todo caso, había otra gente interesante, como Stefan Wewerka, dadaísta y surrealista. Es famoso por sus sillas con una sola pata. Wewerka hacía unos proyectos muy provocativos, estaba más loco que una cabra. Estaba realmente en contra de la arquitectura. En Royaumont, o en Bagnols, mostró un proyecto que era una “nube” que iba a construir: absolutamente sin bordes, sin muros, sin material. Estaba en contra de todo material arquitectónico, en contra de los arquitectos, en contra de cualquier imposición. Wewerka era una especie de happening, pero fue un complemento saludable para el Team X.

Y Candilis, un compañero encantador y de gran complejidad, “causeur” y cuentacuentos. Conoce miles de historias de judíos, armenios, turcos, rusos; procede de todos estos pueblos y tiene algo de cada uno de ellos. Es realmente un hombre de Medio Oriente, saturado de cultura persa, iraquí, musulmana, turca, griega, helenística. Es muy helenista en el sentido que es griego y oriental al mismo tiempo. Giancarlo dice que Candilis es su único amigo helenístico.

¿Y qué me puedes decir de Bakema? Parece haber sido una parte muy importante del núcleo del Team X, con una personalidad muy fuerte.
Así es. Él era el buzón del Team X. Bakema tenía una energía sin límites, y tal vez una creencia  infinita en sí mismo. Pero no era autocrático, simplemente tenía esta energía. Si alguien le pedía que  hablara durante una hora, hablaba diez. No tenía límites, en parte por su generosidad, y en parte porque no sabía dónde parar. Por ejemplo, en el encuentro de Bagnols, en el precioso ayuntamiento con muros de piedra y bonitas paredes estucadas donde debíamos colgar nuestros planos y nuestro trabajo, Bakema ya había ocupado literalmente todas y cada una de las paredes. ¡Abajo, arriba y en todas partes! Como persona, gustaba a todo el mundo, pero no tenía sentido alguno de la mesura, y tenía esa suerte de desaire… Me gustaría encontrar una palabra más amable que megalomanía, pero de algún modo, daba esta impresión.

En otras entrevistas se presenta como fuerte y generoso, leal y agradable; todo el mundo hablaba bien de [Jaap] Bakema, como si fuese una “máquina de vapor”, poderosa y generosa. ¿Y qué tal era como arquitecto?
Tenía un despacho gigante y, a menudo, los arquitectos con grandes despachos son gestores. Bakema era un organizador formidable, y además era un arquitecto extraordinariamente dotado. Solía ir de una mesa a otra cuando no quedaba nadie en el despacho, anotando y dibujando de una veintena de proyectos. Era un director, y éstos normalmente no pueden dibujar, pero él sí podía, y esta era la razón psicológica que le hacía querer este gran despacho. No por dinero, ¡no! Era muy generoso, si alguien necesitaba dinero, o si yo necesitaba dinero. Cuando era joven y me invitaron a participar en alguno de esos primeros encuentros -no sé si en París o en La Sarraz-, me pagó el billete. Siempre fue así.

Sus edificios son rígidos, pero no lo eran en su tiempo. Se arriesgó a hacer cosas que nadie se atrevía a hacer.  Pero, no quería ser un líder, un líder intelectual. Les dejó esa parte a los Smithsons. Sentía un gran aprecio hacia ellos, pero a veces los criticaba. Ese mismo aprecio también lo sentían los Smithson, pero se burlaban de su pensamiento arquitectónico llano, ético y directo: Jaap no podía pensar de forma compleja, y hasta cierto punto estoy de acuerdo.

Bakema era un hombre mucho más potente como individuo, por su personalidad. Era muy congruente. No podías empujarlo o moverlo de sus casillas. Lo mismo con los estudiantes, trabajaba con ellos en cursos de verano en Salzburgo, Hamburgo, en St. Louis en America, y conseguía realizar en tres meses un proyecto enorme, un libro como resultado y tener a alguien que lo imprimiera inmediatamente. Era una dinamo, una verdadera dinamo. Una cosa que nunca hacía era crear enemigos. Era reconciliador, siempre decía: “Sí, pero este es un punto de vista”. Es cierto lo que Peter Smithson dijo en su discurso en el funeral de Bakema. Al final de su parlamento dijo cariñosamente: “Por encima de todo, era leal a sus amigos”.

Jaap Bakema. Fotografía: José Antonio Coderch

Jaap Bakema. Fotografía: José Antonio Coderch

¿Cuál crees que es la mayor contribución del Team X?

Normalmente, cuando la gente se reúne todo son personalidades, todos quieren demasiado, todos son egoístas, individualistas, pero lo bueno del Team X es que había muy poco de eso. Había una especie de amistad fraternal. Nos criticábamos unos a otros, pero existían muy pocas envidias personales. Además, recuerdo que todos eran personas que apreciaban los buenos edificios. Pienso que lo mejor del Team X es que no había una voluntad de ser dogmáticos: si eres más dogmático que Gropius y Mies, entonces pierdes toda la riqueza que Giancarlo consiguió  en su edificio de Urbino. Nos interesaban los arquitectos valiosos, no los de más talento. El tipo de desarrollo que queríamos era sólo el de un funcionalismo más rico. Éramos arquitectos funcionalistas, éramos partidarios del funcionalismo, de un funcionalismo más inclusivo, que pudiera incluir el pasado y aprender de los miles de años de experiencia que la humanidad lleva construyendo.

Fotografía tomada durante la entrevista. Cedida por Clelia Tuscano

Fotografía tomada durante la entrevista. Cedida por Clelia Tuscano

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