EDUARDO DE MIGUEL. La luz es el tema

Eduardo de Miguel Arbonés es arquitecto por la Universidad de Navarra con Premio extraordinario fin de carrera y Doctor arquitecto por la Universidad Politécnica de Madrid. Amplía estudios en la Real Academia de España en Roma, en el Centro di Studi di Architettura Andrea Palladio de Vicenza y en la School of Architecture de la Universidad de Princeton.

Ha desempeñado actividades docentes como profesor asociado de Proyectos Arquitectónicos en la Universidad de Navarra y en la Universidad Politécnica de Madrid. En el año 1994 se traslada a Valencia y en la actualidad es profesor titular en la Universidad Politécnica de Valencia.

Su obra ha recibido numerosos premios entre los que cabría destacar la III Bienal de Arquitectura Española por el Centro de Salud de Azpilagaña en Pamplona, la V Bienal de Arquitectura Española por las 8 Viviendas de Realojo en el barrio del Carmen de Valencia y la VII Bienal de Arquitectura Española por la ampliación del Palau de la Música de Valencia. El Centro Cultural El Musical, en el barrio del Cabanyal, ha sido finalista en los premios FAD 2004, en los Klippan Award 2008 y seleccionado para la IX Biennale di Architettura di Venezia 2004; el Proyecto de Integración Paisajística del Tram en la Serra Grossa de Alicante, finalizado recientemente, ha obtenido el Premio FAD de la opinión 2009, ha sido finalista en el Premio Europeo de Espacio Público 2010 y ha sido seleccionado para la VII Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo en Medellín en 2010. Junto a estos reconocimientos su obra ha sido reflejada en numerosas revistas y publicaciones entre las que cabría mencionar El Croquis, A&V, Architectural Record, Architecture d’Aujourd’hui y The Phaidon Atlas of 21st Century World Architecture.


El Musical, Valencia. Fotografía: Duccio Malagamba

El Musical, Valencia. Fotografía: Duccio Malagamba


¿Qué importancia tiene la luz en la arquitectura?

Ésta es una de esas preguntas que, en mi opinión, son incontestables. Me recuerda a la pregunta que, al comienzo de cada curso, les hago a mis alumnos “¿qué es la arquitectura?” De repente se quedan sin respuesta porque la sencillez de su formulación plantea lo inabarcable. Pero, si tuviera que responder algo, te diría que es la arquitectura misma y lo que sorprende es que todavía no se haya escrito su historia.

Tu Tesis Doctoral La luz en la configuración del espacio podría entenderse como una aproximación a la importancia de la luz en la arquitectura…

Tiene que ver con eso. Siendo estudiante algo intuía, pero nadie supo hacernos entender la trascendencia de ese material inmaterial; cualquier referencia era muy general o acababa en lugares comunes: “qué importante es la luz en la definición del espacio, qué bien trata la luz determinado arquitecto…”, pero sin decir exactamente por qué, probablemente debido a su complejidad. En cambio, es a partir de mis primeras experiencias como arquitecto cuando fui progresivamente consciente de que las decisiones importantes que se adoptan a lo largo del proceso del proyecto son en función de ésta.

Ahora que eres profesor de proyectos arquitectónicos, ¿cómo intentas transmitir a tus alumnos el interés que para ti tiene la luz en la arquitectura?

A lo largo del curso procuro encontrar un momento en el que abordar de forma específica este tema, intentando hacer el esfuerzo de explicar, con la máxima sencillez, aquellas cuestiones determinantes en la configuración del espacio y que tienen que ver con la luz y su control, pero también dejando claro que, por fundamental que sea, no es ante la luz a la que se debe dar respuesta, salvo en aquellas arquitecturas en las que se convierte en el soporte simbólico de sus propuestas. En cambio, en los cursos de doctorado se desarrolla un estudio más intenso y lo que sorprende es comprobar cómo los trabajos de investigación que analizan el tratamiento de la luz en un proyecto determinado, lo hacen exclusivamente a través de la palabra apoyada con imágenes, poniendo de manifiesto que, aunque el dibujo es nuestro medio de expresión, existe una tremenda dificultad para plasmar gráficamente su presencia. A lo mejor es imposible, no lo sé; yo intenté hacer este esfuerzo en la tesis.

“la luz en la arquitectura no se representa, se manifiesta”

Supongo que te refieres al amplio y pormenorizado estudio lumínico que hiciste del Panteón en tu tesis…

Mi tesis tiende a confundirse con una tesis sobre el Panteón y simplemente me serví de él por ser un referente inevitable a la hora de abordar el estudio de la luz en la configuración del espacio. Se trata de un espacio ejemplar, inalterable en el fundamento y refractario a la acción del tiempo, concebido para acoger en su interior la luz procedente del sol. Esta característica facilita enormemente averiguar en qué momento se producen transformaciones conscientes en las condiciones de luz, y nos permite descubrir que la precisión con que se producen determinadas relaciones no son por casualidad sino que responden a un plan preconcebido.

En el fondo, lo que subyace en tu labor proyectual, investigadora y docente es la idea de que la luz se tiene que trabajar de un modo consciente.

Cuando comencé con el trabajo de investigación, el primer problema con el que me encontré fue la inexistencia de conceptos específicos que, como era de esperar, dificultaba enormemente abordar el análisis y la interpretación del espacio arquitectónico en su relación con la luz. Uno de los momentos más gratificantes de este comienzo fue el día que descubrí el ensayo La luz en sus manifestaciones artísticas, escrito por Hans Sedlmayr, y en el que se sugería que, en primer lugar, deberíamos distinguir entre las actitudes que establecen una relación consciente y cómplice de la obra de arte con la luz, de aquellas que ignoran esta relación o lo hacen de una manera inconsciente. Es verdad que a través de las relaciones inconscientes logramos determinar parte de los vínculos que se pueden llegar a realizar con la luz, pero esta manera intuitiva de aproximarse es claramente insuficiente para aquellas proposiciones que sí surgen con la intención de establecer vínculos muy precisos y en la que se echa en falta una metodología específica que nos permita descifrar su significado. En otras manifestaciones artísticas, como en la pintura o en la escultura, existe un concepto previo sobre la luz antes de su representación, que es susceptible de ser modificado en función de la respuesta que, en cada momento, se produce entre la obra y el artista. Por el contrario, la luz en la arquitectura no se representa, se manifiesta, y la elección consciente del tipo de luz que debe configurar el espacio, durante el proceso del proyecto, es una especulación intelectual que sólo es posible verificar, con mínimas posibilidades de corrección, una vez construido.





Has mencionado la importancia de la posición que ocupamos en el mundo en relación a la luz. Es habitual, por ejemplo, comparar y contraponer esa difusa luz nórdica, propia de algunos maestros modernos, con la sólida luz mediterránea.

Ya Plinio el Viejo, en su Historia Natural, con mucha perspicacia se refería a los hombres del norte como “prudentes y de tez blanca como la nieve” y a los del sur como “salvajes y quemados por el calor de la proximidad del sol”. En cambio en el mediterráneo, por la sana combinación de los dos extremos “las proporciones físicas son de un marcado término medio, las costumbres moderadas, los sentidos son finos y el talento fecundo”. Está claro que tenía una clara predilección por el lugar donde él vivía, que en aquel momento constituía el mundo civilizado y, aunque hoy en día nos resulte ingenua esta visión, impresiona comprobar cómo la posición que se ocupa en el mundo ha determinado nuestra condición física y origina una forma de entender la vida. Esto es muy fácil de comprobar a través de la arquitectura popular que, con economía de medios y sentido común, ha respondido a exigencias tan elementales como protegerse de la luz o abrirse a ella.

Todos estos temas que nos has ido explicando en lo que llevamos de entrevista aparecen ampliamente desarrollados en tu tesis. ¿La has publicado?

No, no la he publicado y reconozco que es una asignatura pendiente que algún día resolveré. Pertenezco a una generación en la que nuestro compromiso con la docencia en proyectos arquitectónicos está completamente vinculado al de la práctica profesional, que es donde se desarrolla nuestra verdadera investigación. Sorprende que, a estas alturas, nos veamos en la necesidad de tener que defender que nuestro trabajo es consecuencia de una investigación rigurosa, tan importante como la que hace cualquier científico, y que asumamos que, aun realizando arquitectura de un nivel extraordinario en nuestro país, la calidad media de lo que se construye deja mucho que desear y, por tanto, se hace necesario determinar cuándo los resultados obtenidos en un proyecto concreto son consecuencia de una sólida investigación.

Espero que, en cierto modo, esta entrevista sirva de estímulo y contribuya también a difundir algunas de las ideas que desarrollas en tu tesis, una tesis que contó con un espléndido Director, el Catedrático de Proyectos de Madrid Juan Navarro Baldeweg.

En un principio, que Juan dirigiera la tesis era una aspiración inalcanzable, pero que al mismo tiempo estaba obligado a intentarlo y, cuál fue mi sorpresa que, al proponérselo, se mostró muy interesado. Me atrae mucho lo que hace; está claro que es uno de los pocos arquitectos que sitúa la luz en el núcleo de su discurso intelectual y de sus propuestas y, por tanto, la persona idónea para dirigirme la tesis. Pronto descubrí, probablemente debido a su doble condición de artista y arquitecto, que tenía una visión extraordinariamente amplia y un bagaje intelectual abrumador, pero que al mismo tiempo poseía la maravillosa facultad de hacerte creer que estabas a su nivel, produciéndose encuentros muy intensos y fecundos por el permanente estímulo recibido de sus lúcidos comentarios.

Hemos estado hablando de las reflexiones derivadas de tu obra escrita, pero vayamos a tu obra proyectada y construida. Siempre pensando en la luz, ¿con cuál de tus obras te sientes especialmente satisfecho?

Citaría dos obras: la ampliación del Palau de la Música y el teatro El Musical, ambas en Valencia. Se proyectaron en momentos distintos y responden a estrategias muy diferentes, pero que al confluir sus ejecuciones en el tiempo, se tomaron muchas decisiones y se adoptaron soluciones constructivas similares para atender a la configuración del espacio en su relación con la luz, buscando dar una respuesta contemporánea a una luz tan sugerente como la que poseemos en el levante y a algo tan abstracto como “lo mediterráneo”.

Metiéndonos un poco dentro de tu estudio, ¿cómo trabajas los proyectos desde el punto de vista de la luz? ¿Prefieres trabajar con maquetas, utilizar el análisis geométrico a través del dibujo como hiciste en el Panteón, servirte de medios informáticos…?

Creo que todas ellas son necesarias y en muchos casos complementarias. En las primeras fases del proyecto utilizamos medios de expresión abiertos que nos permitan transformaciones con agilidad, trabajamos con dibujos y maquetas y nos concentramos en averiguar la calidad de la luz que se pretende conseguir, a partir de ahí, verificamos con medios más precisos cómo funcionan los mecanismos ideados para controlarla o las superficies que se exponen o se protegen del sol a lo largo de un ciclo solar completo. Siempre nos queda la duda de cómo se comportará, ya que nos encontramos ante algo inasible, que varia en cada momento, cada día del año y en función de las condiciones atmosféricas, pero mi experiencia es que, afortunadamente, la realidad te devuelve con creces ese esfuerzo.

¿Nos puedes decir un proyecto de un arquitecto extranjero, actualmente en activo, que te parezca especialmente sugerente por su modo de trabajar con la luz?

Me interesa especialmente SANAA. Entiendo que la luz que está presente en sus proyectos representa una actitud de máxima coherencia con el mundo en el que vivimos. En el Museo de arte de Toledo, en Ohio, han desmaterializado los elementos que configuran el espacio compartimentado, no ya por la extraordinaria delgadez de los paramentos, que también, sino por su extremada transparencia; o en la marquesina de la Serpentine Gallery de Londres que con una manipulación radical del reflejo hacen desaparecer la cubierta. Me parecen dos proyectos de un refinamiento asombroso que consiguen diluir por completo los límites y reconozco que es francamente dificil ir más allá. Abordan cuestiones que realmente se corresponden con nuestra cultura, que utilizan respuestas parecidas en lugares muy distintos, que construyen espacios que no están determinados por la luz de un lugar concreto sino que tienen algo que nos resulta próximo, que ya hemos visto o experimentado sin saber muy bien dónde, una luz abstracta que puede estar presente en cualquier lugar, en definitiva, una luz que pertenece al mundo global en el que estamos inmersos.

Me gustaría acabar esta entrevista con las mismas palabras con que Eduardo de Miguel concluye el primer tomo de su tesis: La arquitectura tiene el privilegio y la responsabilidad de acompañar a la luz en su último trayecto, le ayuda a morir dignamente. En ese preciso instante la luz se desvanece y surge la oscuridad”.