PEDRO AZARA. Hem de parlar

Decía André Leroi Gourhan que el mejor arqueólogo es, a pesar de todo, un vándalo que destruye su documento consultándolo. Hablamos con Pedro Azara sobre la arqueología, los mitos que la hacen cobrar vida, lo que de ella podemos aprender sobre nuestras necesidades invariantes, que esta necesaria destrucción revela. Es profesor del Departamento de Teoría e Historia de la Arquitectura de la ETSAB, ha escrito numerosas publicaciones (La reconstrucción del Edén: mito y arquitectura en Oriente; Cuando los arquitectos eran dioses) en las que se adivina su interés por las culturas de la antigüedad. Ha sido comisario de varias exposiciones sobre la temática, entre otras, Mediterráneo. Del mito a la razón, o la que se puede visitar estos días en el Museo del Diseño, De obra. Cerámica aplicada a la arquitectura. A propósito de ésta, nos recibe en el salón de su casa, donde conversamos rodeados de estantes repletos de libros.

¿Cómo empezó tu interés por la arqueología?

El mundo de la arqueología me ha interesado desde siempre. Siempre me hubiera gustado ser un arqueólogo que descubre tesoros. Pero mi trabajo en la arqueología es fruto de la casualidad. En un congreso que organizamos desde la escuela de arquitectura, el tema era “arquitecturas celestiales”. Y entonces Maria-Grazia Masetti, arqueóloga e historiadora de las religiones, que yo había conocido un poco en algún congreso en París, me pidió asistir al congreso de Barcelona. Cuando escuchó la ponencia que presenté, me dijo: “Tengo una misión arqueológica y me gustaría que asistieras”. Yo pensaba que lo decía en broma, y no me imaginaba ir. Pero,además, me dijo: “Yo lo que quiero es que estudies las condiciones de vida en el edificio, en el palacio que estamos descubriendo, que es algo que normalmente no se hace. Se estudian las estructuras, pero no se estudia la vida que se genera en estas estructuras. Y si puedes, por tanto, echar un vistazo”. Fuimos un pequeño grupo, y como fue bien el primer año, pidió regresar, hasta ahora.

¿Qué tipo de objetos son los que han llegado hasta nosotros y por qué?

Normalmente lo que se encuentra principalmente es cerámica. Es un tipo de objeto común en cualquier excavación arqueológica, independientemente de la cultura o el lugar. Otros elementos, como bronces, piedras, no siempre se encuentran, porque no siempre se han utilizado. Por otra parte, también se busca porque es lo que permite datar con mayor precisión un yacimiento. Y permite también, en función del estilo de la cerámica, ver si había intercambios o no. Más o menos se puede saber de dónde vienen estas piezas, qué estilos poseen, y entonces permite reflexionar sobre cómo es posible que en un yacimiento mesopotámico se encuentre cerámica egipcia. Porque podría demostrar que hay un intercambio entre Egipto y Mesopotamia, o podría significar que el arte egipcio fascinaba a los mesopotámicos, que es algo distinto. Porque incluso esta cerámica podría haber sido fabricada según un estilo egipcio en Mesopotamia. O también podría demostrar que artesanos de un sitio se han desplazado a otro.

La exposición comienza con una idea sugerente representada por la conocida cita de Louis Kahn, sobre lo que un ladrillo quiere ser. ¿Puedes desarrollar esta potencialidad de la cerámica?

Es difícil saber lo que Louis Kahn quería decir cuando pregunta a un ladrillo lo que quiere ser, y éste responde que quiere ser un arco. Pero podemos intuir que lo que insinúa es que un ladrillo afirma que no es un elemento suelto, no trabaja en solitario, sino en coordinación con otros elementos idénticos a él. Y el resultado de este trabajo, trabajo de unirse, tiene como finalidad crear un elemento fundamental en la arquitectura, como es un arco o una bóveda. Al menos en el mundo antiguo son seguramente dos de las formas más difíciles técnicamente de lograr, pero al mismo tiempo, estética y simbólicamente, más importantes. Y un arco puede resultar de la yuxtaposición de ladrillos que precisamente se unen. Es decir, que un ladrillo tiene aspiraciones, aspira a ser un arco, y puede lograr dar forma, engendrar este arco.

También tenemos que fijarnos en que el ladrillo no dice “quiero construir un arco”, sino quiero ser un arco. Como si el ladrillo ya contuviera en potencia el arco. Es decir, el arco ya estuviera allí prácticamente, ya se anunciara debido a la predisposición del ladrillo. Y, por tanto, podríamos pensar que, Louis Kahn, lo que nos está indicando es que las formas más elevadas de la arquitectura se pueden construir con los elementos más sencillos, más humildes, que pasan más desapercibidos, precisamente por su capacidad de unirse.

La capacidad de formar un organismo…

Los ladrillos son del mismo material que la tierra, por tanto, la diosa madre. Es el material con el cual están hechos los seres humanos. Adán significa tierra. Las piezas de terracota han sido cocidas y el cocido se compara también al tiempo en el que un ser humano está en el vientre de una diosa, o de una mujer, y se está literalmente cociendo. Por tanto, incluso cuando el adobe, el barro, ha sido modificado, el proceso de modificación que sufre se compara con aquel proceso que permite que se llegue a obtener un ser humano. Y como las piezas básicas de la construcción cerámica son los ladrillos, que son piezas moldeadas, la construcción se asemeja mucho a la engendración. Y, por tanto, crear un edificio es crear un organismo vivo.

Y además en la exposición se explica que incluso tiene cierta relación con la carne humana.

Incluso cuando entras, el color es terroso, y recuerda la carne. Y luego, cuando miras un simple ladrillo, es una figura geométrica perfecta, pero al mismo tiempo presenta imperfecciones, es humana. Porque tiene una textura rugosa, cierta imperfección. El propio material puede poseer grumos y no tiene un color uniforme, por tanto, es como su hubiera distintas palpitaciones en el interior de un ladrillo. Y yo creo que esto lo hace fascinante.

No solo el ladrillo, la cerámica en general tiene unas cualidades táctiles, algo que el hormigón, el acero, el vidrio no tienen.

Sí, además invita a tocarla. Es una de las razones por la que en la exposición hay unas piezas para invidentes, pero también lo que se quería es que se pudieran tocar piezas. Puedes descubrir incluso la temperatura, que es una temperatura muy distinta a la de la piedra, y no digamos ya del metal. Transmite mal el calor, crea unas condiciones climáticas que son muy agradables. Supongo que esta cierta imperfección hace que te puedas relacionar mucho mejor con ella. Con una pared de mármol no te relacionas, porque es fría. Y es fría en todos los sentidos de la palabra: si la tocas, pasas frío, y también es demasiado perfecta, te rechaza; mientras que la pared de ladrillo, por contrario, te invita a tocarla.

Además, en una pared de mármol los bloques pueden ser descomunales. Esto es imposible en cerámica. Hay unos tamaños máximos que están al alcance del ser humano. Si no, no hay manera de cocer las piezas ni de transportarlas.

El lenguaje que usamos determina la forma en que pensamos. ¿En qué medida podemos ver algo similar en la manera de proyectar la arquitectura a través de la cerámica?

El otro día alguien comentó que las inscripciones en tablillas de arcilla, inscripciones tanto de signos cuneiformes como también de dibujos, tienen una característica muy curiosa, que es que en realidad no están escritos: están inscritos. Tú lo que ves es un vacío. En vez de ver algo que ha sido aplicado sobre una superficie, lo que estás viendo es algo que ha sido substraído. Todos estos grafismos lo que manifiestan es una hendidura, un daño que has hecho. No sé si esto se observó en la antigüedad, pero es posible que ofrezca una imagen de lo que es la construcción, al menos en lugares donde abunda la arcilla. Construir es hacer agujeros, cavar zanjas, es decir, es ir extrayendo un material, ir haciendo daño en el territorio para poder instalarse. Cualquier construcción implica un daño, un atentado en el entorno donde te ubicas. Y este daño en realidad ya aparece casi simbolizado en los planos que se trazan en las tablillas, porque, efectivamente, tienes que hacer un corte te guste o no.

La exposición gira en torno a la idea de casa. ¿Cómo el uso de la cerámica para construirla ha condicionado unas maneras particulares de vivir y sentirla casa?

Hay pocas construcciones que se hacen simplemente con adobe. Se suelen hacer con piezas de adobe o piezas de terracota. Son piezas moldeadas, geométricas, todas idénticas. Y permiten construir fácilmente, pero también ampliar una construcción y, por tanto, implica que puedes construir según tus necesidades en un momento dado, sabiendo que cuando estas necesidades cambien, la casa podrá ampliarse. Afecta a tu percepción del tiempo. Y esto no ocurre tanto con construcción en piedra, porque cuando se construye con sillares, el trabajo necesario para tallar un sillar es infinitamente superior al que es necesario para fabricar un ladrillo.

El hecho de que la cerámica esté hecha con tierra debía de hacer que en las culturas antiguas hubiera una evocación de la madre tierra, al estar viviendo en el mismo elemento donde se origina la vida, o donde retornan los muertos. Por otra parte, la cerámica vidriada produce el brillo que ofrecen las piedras preciosas y los metales preciosos, que evidentemente no se utilizaban en la arquitectura corriente, o muy poco. En los mitos,sobre todo cuando se describen las casas de los dioses, los términos radiante, deslumbrante, brillante, una y otra vez aparecen al describir estas construcciones, que están hechas de materiales preciosos. La cerámica vidriada posee unas cualidades, o produce unos efectos similares a los que producen los metales y las piedras preciosas. Por la dificultad en vitrificar un ladrillo, por la temperatura necesaria, por la madera necesaria para poder calentar el horno, las casas con cerámica vidriada no son casas cualesquiera. De algún modo, la casa se convierte en una especie de casa soñada, una casa paradisiaca.

¿Cómo aparece la necesidad de proteger el hogar a través de los fetiches y de los símbolos?

Aparece desde muy antiguo. Si uno cree en espíritus, en dioses, en fuerzas, como están en todos los sitios, es mejor estar a buenas con ellos. También se tenía la conciencia de que cuando uno está construyendo, como está hurgando en la tierra, de algún modo está molestando a estas fuerzas sobrenaturales, a los dioses del subsuelo. Con lo cuales necesario apaciguarlos.

Los fetiches son, por un lado, ofrendas que les haces, y también muestras de que les habilitas un espacio dentro del hogar. Un altar portátil, un nicho. Con lo cual, los acoges y no los rechazas, pese a que inicialmente has ocupado su sitio. Por otra parte, como todos estos seres son seres invisibles, poderles ver la cara provoca menos miedo, los tienes al alcance de la mano. Y esto los hace más humanos.

¿Y esta idea de proteger así la casa ha tenido alguna evolución en diferentes épocas y regiones?

Es cierto que la creencia y la necesidad de fetiches ha disminuido bastante, al menos en occidente. En las culturas china e india sigue vigente esta especie de trato con las potencias sobrenaturales. También en algunas partes de Sudamérica. Digamos que en Europa y en EEUU se ha perdido bastante esta fe. De todos modos, pensándolo… [se levanta y trae dos figuras blancas de plástico con forma de casita de una estantería] Estos son protectores del hogar, que venden aquí en Barcelona. Son exvotos para dar las gracias por haber tenido una casa bien protegida. Lo encuentro fascinante. Y esto [trae varias chapas con distintos relieves] es de Grecia, y esto son amuletos para proteger una casa. La gente los compra, y los cuelga. Esto [un amuleto con un ojo] viene de Irán, y se utiliza para proteger un espacio del mal de ojo.

La creencia sigue, en parte, vigente. Pero incluso en occidente tienes la sensación de que, si vives en un espacio desnudo, siempre tienes la necesidad de poner alguna fotografía, algún objeto tuyo, algo que te recuerde otras personas. Es decir, que de algún modo, dotas al espacio de algunos elementos funcionalmente inútiles o irrelevantes, pero que son importantes para ti por motivos evidentemente que no son ni prácticos ni materiales.

Recuerdo una anécdota que se cuenta sobre Niels Bohr, el físico, que tenía en la puerta de su casa una herradura para traer buena suerte. Como él no creía en eso, alguien que le visitó le preguntó por qué lo ponía, y respondió que le habían dicho que si no crees, también funciona.

[ríe] Tampoco creo en esto, pero lo encuentro fascinante…

Dentro de la exposición el mundo islámico tiene una presencia particular. Su concepción introvertida del espacio le lleva a desarrollar un tipo de aplicación de la cerámica, un uso que has llamado imaginativo.

Es allí donde se ha preservado más la construcción con cerámica y, por tanto, era casi inevitable. Y por otra parte, es allí donde más se ha desarrollado el uso de la cerámica vidriada. Evidentemente por los contactos que tenían con Babilonia y con Persia, invaden Mesopotamia e invaden Irán. Entran en contacto con los secretos de la fabricación del azulejo y luego, cuando conquistan el mediterráneo, al menos una parte de Europa, implantan el uso de este material, que ha llegado hasta nuestros días. Y hay constantemente alusiones al paraíso, recreaciones del paraíso. Incluso en las cerámicas más abstractas, algunas de las formas sugieren ramas, la representación de abundancia de flores. Aquello que solo existió en el paraíso.

La casa musulmana es una casa que está bastante vuelta sobre sí misma, es cierto. La tipología es la casa romana, y en realidad la casa helenística, que no habla de exterior sino que se centra en el interior. Por tanto, al cerrarse, lo que se ve son muros ciegos. En este mundo enclaustrado que sólo mira hacia patios, estos muros se representan como jardines repletos, por tanto, como paraísos. Y dentro de las propias estancias también imágenes o evocaciones del paraíso aparecen materializadas. Las cerámicas vidriadas, aparte de introducir el color y formas más o menos evocadoras, también introducen algo que la pintura no introduce, que es el brillo. Y por otra parte, un cambio en la temperatura, que sobre todo en verano es muy alta ahí afuera. El frescor que introduce la cerámica vidriada te recuerda el frescor de las fuentes, y el paraíso es un espacio particularmente fresco, puesto que está recorrido por los cuatro ríos que parten de una fuente principal.

En este caso, al usar cerámica vidriada para evocar el paraíso, sus virtudes se traspasan a la casa. La casa es un espacio cerrado, enclaustrado, pero no es un espacio opresivo porque posee las cualidades propias del paraíso. Es un espacio donde los seres humanos pueden vivir en plena libertad, y en plena gracia.

Este uso imaginativo en la arquitectura islámica no es muy distinto a lo que hace Alvar Aalto al pintar el techo de las habitaciones del sanatorio de Paimio de color verde…

Así abres la verdadera ventana, que es la ventana de la imaginación. Una ventana que realmente te conecta con otro mundo, al que solo puedes acceder a través de la imagen que te crean estas composiciones. Es un mundo imaginativo, mental, o invisible. Y que por otra parte pertenece a otra época. Esta ventana conecta espacios, pero también conecta tiempos. Otorga una cierta sensación de seguridad y te tranquiliza.

La arquitectura sería como una manera de construir ese paraíso.

En el fondo la arquitectura es una recreación del paraíso. Además, la primera construcción surge cuando se echa al ser humano del paraíso. El primer constructor es Caín, y es Yahvé quien le protege. Le pone un signo, el signo de Caín. Luego le permite construir una ciudad donde poder refugiarse, donde poder primero asentarse y vivir un tiempo cómodamente. La primera ciudad es un remedo del paraíso.

Caín es un criminal, construye porque es un criminal. Pero también es un criminal protegido por Dios, porque precisamente si lo hubiera condenado a muerte, no hubiera podido recrear el paraíso. Cuando el ser humano comete una falta, es expulsado del paraíso, y se le permite retornar previo trabajo de su reconstrucción.

La exposición tiene un componente crítico que parece dirigido a insinuar que hay algo en la cerámica que parecemos haber olvidado. ¿La arquitectura contemporánea qué puede aprender de la cerámica?

Por un lado, la construcción con cerámica permite muros con un cierto grosor. Con lo cual, el confort climático se puede conseguir simplemente por el grosor de los muros, y no por sistemas mecánicos. Es un material que respira mucho mejor que otros. Respira lentamente, con lo cual ni el calor penetra, ni el frío, porque hace una barrera que permite tener unas condiciones climáticas mucho más aceptables. Te aísla del exterior, pero no te cierra.

Creo, además, que es importante que haya un cierto juego entre los macizos y vacíos, que no permite un muro cortina, por ejemplo. Los espacios interiores necesitan ciertas superficies cerradas, incluso para aislarte. Esquinas. La esquina es un lugar donde te puedes encontrar bien, al cual te puedes adosar sin tener la sensación de que estás adosado al vacío. Esto lo permiten materiales que son espesos, que tienen cuerpo. Es así en la piedra, el hormigón y, ciertamente, en el ladrillo.

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