La sorpresa del flâneur

Lecciones del Premio Europeo del Espacio Público Urbano
Un parlamento abandonado, un vertedero, una torre de vigía, una biblioteca, un pabellón teatral, un huerto, los bajos de una autopista, un palacio de ópera, un núcleo de ascensores, unas casetas de pescadores… Con toda seguridad no son exactamente éstos los escenarios que el flâneur decimonónico que todos llevamos dentro hubiera esperado encontrar entre las obras premiadas y mencionadas a lo largo de las seis ediciones del Premio Europeo del Espacio Público Urbano. La plaza, la calle, el paseo o el parque son tipologías clásicas, casi canónicas, que nos resultan mucho más inmediatas a la idea de espacio público urbano. Reúnen condiciones que, a primera vista, parecen necesarias y suficientes para representarla. Ante todo, son vacíos urbanos, discontinuidades excepcionales de la masa edificada. Al imaginar una ciudad sin plazas ni calles y, por lo tanto, sin fachadas, ni puertas, ni ventanas, nos percatamos de la indispensabilidad topológica de estos intersticios. Definen los límites geométricos de la propiedad privada, la ordenan y la vertebran, la conectan a los flujos de personas, mercancías e información y permiten que reciba sol y ventilación o que expulse sus residuos. Estas funciones vitales hacen que los espacios públicos arquetípicos estén descubiertos, que se desarrollen sobre el plano del suelo, que sean universalmente accesibles y que tengan titularidad indiscutiblemente pública. Segueix llegint…

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