El túnel de bateo

En el libro de Jiménez Montoya sobre hormigón armado hay una cita del Código de Hammurabi, el documento jurídico más antiguo que se conoce, un documento cerámico escrito con incisiones en forma de cuña. La cita dice que si a un arquitecto se le derrumba una casa y mata al propietario se condenará a muerte al arquitecto, y si también mata al hijo del propietario se condenará a muerte al hijo del arquitecto. De los amigos no dice nada, ¿quién se atrevería a ser amigo de un arquitecto?
No es necesaria una condena a muerte para que el arquitecto se sienta responsable. No es solo de la estabilidad del edificio que el arquitecto es responsable, sino que esta se extiende a muchos campos, pero si se pretende hablar de todos ellos, se acaba por no decir nada de ninguno. Lo más terrible que le puede ocurrir a un edificio es derrumbarse, y el horror es máximo si hay víctimas mortales. La responsabilidad sobre la estructura es la que menos quita el sueño a un arquitecto: que se derrumbe un edificio parece imposible. Lo más imprevisible es el terreno, pero un arquitecto indaga acerca del tipo de terreno y sabe elegir la cimentación en caso de limos o arcillas expansivas. Para edificios de cierta importancia es obligado un informe geológico. No he visto nunca un solar con terreno selenitoso. Para la obra pública, los ingenieros saben cuáles son los cementos que no precipitan la sal de Candlot. Las acciones gravitatorias y las cargas de viento figuran en la norma de Acciones en la construcción. Hubo una norma para obra de fábrica, la MV-201, parte de la cual se suprimió porque era demasiado conservadora en la estimación del pandeo. Aun así, están vigentes las condiciones de los forjados: rigidez, encadenado y monolitismo. En naves industriales, lo correcto, la buena construcción, es separar estructura y cerramiento. En Illinois, Mies van der Rohe da una lección magistral, dos estructuras metálicas independientes, una para el edificio y otra para el cerramiento, un lujo al alcance de muy pocos. Es como una utopía, no nos la van a permitir, pero indica el camino a seguir. Los problemas de estructura no suelen proceder del proyecto sino de la construcción, la dirección facultativa es necesaria, porque en la construcción se producen más errores de los que uno espera, en general de poca importancia. Parece imposible que haya tragedias debidas a la estructura. No lo es.



Creo que fue a principios de los setenta, aún no había terminado los estudios de arquitectura, que estaba en una taberna del puerto de Ibiza y coincidí con un tipo muy singular. Lo había visto hacía muchos años, nunca había hablado con él, tenía una malformación en una pierna, no parecía lo que entiendo por poliomielitis, solo he visto dos casos y ambos en Ibiza, una pierna corta arqueada con concavidad frontal y una bota con diez centímetros de suela. Lo recordaba casado con una mujer nórdica muy guapa y tenían dos hijos que bien podrían ilustrar un cuento de hadas. Lo había visto alguna vez saliendo de una barca con lámparas muy potentes a popa, que se utilizaban en la pesca del calamar, creo que las prohibieron más tarde. Alguien le dijo que yo estudiaba arquitectura y vino a hablar conmigo, acababa de salir del penal de Santoña, donde había pasado cuatro años. La condena no incluye el ostracismo, y si no me dan la lata ni intentan adoctrinarme, siempre escucho y nunca juzgo. Juzgar no es mi oficio. Mi interlocutor había conocido en el penal a un arquitecto, el arquitecto de la urbanización, cerca de Madrid. Su relato no acabó ahí, había sido condenado a cuatro años por robar en chalés durante el invierno, reventaba las puertas con la bota grande, y un día lo atraparon, consideraba que la vida era algo muy bonito, y que el trabajo era algo muy feo. Aún olía a penal y ya pensaba en preparar una fuga con armas automáticas. Los ex presidiarios son gente poco común.
Tengo un vago recuerdo de la tragedia de la urbanización Los ángeles de San Rafael. Creo que sucedió cuando estudiaba en Madrid el curso de iniciación de “Caminos”, sería a principios de la década de los sesenta. El promotor de la urbanización era Jesús Gil y Gil, que fue alcalde de Marbella años más tarde. El día de la inauguración se desprendió el forjado del edificio social y murieron más de doscientas personas. La causa fue una inauguración prematura, sin que el hormigón hubiera alcanzado la resistencia de servicio, y un exceso de aforo. Tanto en la fecha como el reparto de invitaciones la temeridad tenía que ser escandalosa, el desprendimiento solo se explica porque la zona de rotura es la más débil, la entrega del forjado al muro. Parecido a lo del cemento aluminoso pero por causas muy distintas. Si hay víctimas, además de a la responsabilidad civil, afecta a la penal. La responsabilidad penal corresponde a la propiedad y a la dirección de obra, puesto que la propiedad debe estar informada antes de la inauguración. Se ha dicho que el general Franco influyó en que la condena de Gil y Gil fuera más corta. No conozco los pormenores del caso, pero ambos tenían una responsabilidad penal y fueron condenados. El arquitecto ya debía ser veterano cuando ingresó el pescador de calamares.
Hace pocos años sucedió otra tragedia por el derrumbamiento de un edificio en Sant Boi de Llobregat, un túnel de bateo de béisbol.
Las fotos del edificio siniestrado me recordaron algo que había visto en una película, no parecía que hubiera colapsado una estructura, sino que se hubiera desmontado un decorado; recordaba más a la película que a la zona cero de Nueva York.
No es una norma, pero es frecuente que las películas de Hollywood de aquellos años fueran un compendio de disparates. Cuando ruge la marabunta tiene una magnífica escena de un edificio colonial en un embarcadero que se derrumba a causa de una marea producida al abrirse las compuertas de una pequeña presa. El único modo de detener la marabunta era ahogarla, y no era fácil porque las hormigas atravesaban ríos navegando sobre hojas que ellas mismas hacían caer de los árboles. Si de nuestra política y nuestra economía se encargaran aquellas hormigas de la marabunta, otro gallo nos cantaría, y no hablo de su inteligencia sino de su honestidad e instinto social.
La escena de la destrucción es desconcertante porque pone en evidencia que es un decorado, y más que derrumbarse se desmonta. En el momento del derrumbamiento, los elementos estructurales dejan de ser estructura, los pilares ya no existen, y los arcos no son arcos, todo son piezas o paneles gruesos y el corte es limpio, lo que había sido un pilar se parte por el plano de simetría en las esquinas, la pieza tiene más volumen, y por razones de transporte solo incluye medios arcos. Por mucha vegetación selvática que le echen encima se ve que se trata de un decorado nuevo.
Un decorado nuevo es lo que se ve en la foto del túnel de bateo de Sant Boi. No hay desgarramiento, parece que la cubierta haya volado como la tapa de una olla, acusa un poco los golpes de la caída, los bloques de hormigón del cerramiento están para volver a usarlos. La estructura no se ve por ningún lado. No recuerdo, ni es determinante, el número de muchachos que murieron, sea uno o sean sesenta, el hecho es el mismo.
El túnel de bateo se montó porque faltaba poco para las elecciones municipales, era un decorado hecho a toda prisa. La campaña electoral es la actividad más importante de los políticos, quizá la única que les importa. Después sucedió una tragedia inesperada, ¿era de esperar? Debería serlo para un arquitecto que conociera la obra, si no hubiera caído en aquella tormenta habría sido en la siguiente.
La información que se dio en su momento acerca del caso carece por completo de rigor, más bien parece fruto de una charla de enteradillos en un café. Hay una serie de datos imprescindibles de los que no se dijo nada.
1. El proyecto: no se sabe si hubo proyecto, nada se dijo de ello. Se entiende por proyecto toda la documentación que se exigiría a un arquitecto: un proyecto de ejecución con la estructura calculada y justificada, con referencias a la normativa vigente, y estado de mediciones. La primera comprobación sería ver si la obra se ajusta al proyecto. Todo hace pensar que este proyecto no existió, que con las prisas alguien dibujó un esbozo.

2. La dirección de obra: sólo se dijo que la arquitecta municipal es ingeniera de caminos. No se informó de si había dirigido la obra ni si la obra se ajustaba al proyecto. Al parecer la arquitecta se responsabilizó de la obra, puesto que se informó de su nombre y apellidos.

3. Cumplimiento de la normativa: hay una normativa sobre acciones en la edificación que incluye cargas gravitatorias, acción del viento y norma sismorresistente. Las cargas de viento tienen como referencia las máximas que se han producido en un número razonable de años. Las velocidades del viento para áreas expuestas se aproximan a los huracanes de menor intensidad en el mar Caribe, y se especifican todos los casos según sea la forma del edificio, los planos inclinados y la existencia de huecos. Si el edificio se derrumbó, no cumplía la normativa.

4. Estructura de muros de carga: no es una estructura. La cubierta se apoya directamente sobre el cerramiento sin solución de anclaje. Los paños de cerramiento son paneles sueltos, únicamente en las esquinas tienen algún apoyo, pero en la mayor parte de muro las cargas de viento se distribuyen como en un voladizo, y un muro de hiladas de fábrica carece de cohesión para soportarlas. Si la tuviera, también la cimentación trabajaría en voladizo, y necesitaría una enorme longitud de apoyo perpendicular al muro para distribuir las cargas sobre el terreno.
A falta de estructura, la cubierta, desprovista de anclaje a algo sólido, voló como la tapa de una olla. Estaba casi intacta, solo con las abolladuras de la caída se ven en el suelo los bloques de hormigón. El edificio no se desgarró, no hay huellas de violencia, se desmontó y las piezas cayeron al suelo.
Un informe técnico habría explicado por qué se desmontó, pero los noticiarios no hicieron referencia a ningún informe o peritación, los argumentos eran de charla de café de zaborreros: “que si no se habían mojado los bloques, que no se había macizado”. En algún medio se habló de varillas en los huecos, lo cual no sirve para nada. Si se hubieran mojado los bloques, habría agarrado más la junta, pero no habría impedido la caída, tampoco habría sido suficiente el aumento de masa de un macizado, en cualquier caso la cubierta habría volado y los cerramientos habrían quedado en voladizo y, por lo tanto, se habrían desmontado.
No sé el papel de la arquitecta en el asunto, pero es tan claro que me parece imposible que haya hecho el proyecto y dirigido la obra. Hasta el año pasado, la licencia ha supuesto una garantía de que errores tan descomunales no se van a cometer. Yo diría que la llevaron al huerto. Sin embargo, incurre en negligencia si se hace responsable “a ciegas”. Es responsable de lo que ocurra. Hacerse responsable de lo que uno no ha proyectado ni construido es imprudencia temeraria.
En un caso como este, con víctimas, el fiscal debe actuar de oficio, y el juez debe exigir una peritación rigurosa. El caso del túnel de bateo exige que se elija un perito de mucha confianza, aunque no acostumbre a hacer peritaciones, o dos peritos, un experto en siniestros, y otro en estructuras. Se acabaron las noticias y no se habló de ningún juicio.
De este suceso me han quedado dos recuerdos, uno, el alcalde, más preocupado de negar su relación con el hecho que de la tragedia de los familiares. “La culpa ha sido del viento”, decía, tal como hablan los párvulos de los colegios. No se puede juzgar al viento, por lo tanto no puede tener culpa, pero culpable o culpables los hubo. El otro es una imagen en segundo plano de las fotos, la de una madre abrazando una manta que cubre el cadáver de su hijo, como para darle calor, en las fotos del entierro abrazaba el féretro. Otras madres, paralizadas por la incredulidad, guardarían silencio. Para unas y otras, el horror era el mismo.
Este mes, noviembre de 2012, ha aparecido en la prensa una noticia vergonzante de unos treinta centímetros cuadrados, disimulada. Así queda constancia de que se ha publicado, pero es mejor que nadie la lea. El título, “Ha tardado pero se ha hecho justicia”, no indica a qué caso se refiere, la noticia es que las familias cobrarán indemnización porque el túnel de bateo no fue derribado por culpa del viento.
El túnel de bateo fue desmontado por el viento, no cayó por un temblor de tierra, pero el viento tampoco es responsable, la culpa no es suya.
O sea, que dicen que se ha hecho justicia porque las familias cobrarán indemnización, ¿y la responsabilidad penal? La omisión del caso penal da a entender que no ha habido juicio, que el alcalde y la arquitecta han sido exonerados. Si ha habido víctimas mortales el fiscal debería haber actuado de oficio, ¿por qué no lo ha hecho? Si yo hubiera firmado el certificado final de obra, ¿qué habría ocurrido? ¿Indemnizaría la administración pública a las víctimas con el dinero del contribuyente? ¿Tiene precio la vida de un muchacho? ¿Qué significa la palabra justicia?
El uso de la palabra justicia para referirse a la ley, a las autoridades o a la policía tiene honda raigambre en España, de ahí el juego de palabras del lazarillo, que entiende que quien es perseguido por la policía es bienaventurado, o el refrán “hace un sol de justicia”. En el caso del túnel de bateo, hacer justicia es imposible, incluso es inadecuada la palabra indemnización, porque el daño causado no se resarce con dinero. La cantidad ha de ser forzosamente arbitraria y en ningún caso supone un equilibrio entre hechos no comparables.
En el caso del túnel de bateo ha habido homicidios involuntarios por una aventura constructiva temeraria. Este asunto no atañe sólo a las familias, sino a todos los ciudadanos. La finalidad de las leyes no es aplicar castigos, sino proteger bienes, no existe ningún código legal que no proteja la vida de las personas. Los jugadores de béisbol de Sant Boi murieron víctimas de una campaña electoral. La aplicación del código penal es necesaria, porque si no se aplica, la vida de cualquier persona que entre en un edificio o se aproxime a él está en peligro, ya que cualquier persona puede jugar a hacer edificios sin saber cómo se hacen, o más bien cualquier político puede hacerlo. Como decía el Conde de Romanones: “Para los amigos, el favor, para los enemigos, el reglamento”.
Es chocante que desde la entrada de España en la Unión Europea se hable constantemente de la anterior dictadura, algo que ya es historia no debería dar para tanto, con un macabro trasiego de cadáveres de gente a la que es raro que algún vivo haya conocido. Parece que quieran decirnos que aquella dictadura era peor que la actual. A la vista de los hechos, la han superado con creces. Como decía mi amigo Alec Guinness, los records están para superarlos. El de Robespierre aún no lo ha sido.

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