El mercado, las obligaciones morales y la cultura

1. El sentido de la cultura y de la ciencia

En nuestra torre de Babel, conviene definir las palabras importantes de un texto, palabras como cultura, arquitectura, u otras cuyo significado se considera opinable. En la actualidad, el significado más usual de cualquier palabra de importancia acostumbra a estar tergiversado o a ser empleado como eufemismo.

La cultura, la ciencia, el lenguaje, la división del trabajo o el comercio son hechos tan antiguos que se pueden asociar al origen de la humanidad. Diez mil años arriba o abajo no importan, el hombre primitivo no estaba sometido a exigencias morales que le obligasen a descubrir la cultura y la ciencia, o a inventar la escritura: fue iniciativa propia. La necesidad de comprender y la curiosidad son innatas en el ser humano.

La ciencia no nace como tal. En la antigua Grecia, que es nuestra referencia aunque la ciencia y la cultura sean mucho más antiguas, se llamaba filosofía, o afición a saber, a la indagación de verdades universales, de las pautas básicas para comprender la naturaleza humana y el cosmos, con la filosofía se inició el pensamiento abstracto. La filosofía de la naturaleza es el origen de la ciencia, la cual utiliza la especulación filosófica como base para la comprensión y la lógica como método deductivo. La demostración por inducción, relativamente moderna, es un instrumento que amplía el campo de la deducción sin negarlo1. La finalidad de la ciencia es el conocimiento científico en sí mismo, el científico no se ocupa de la posible utilidad de sus descubrimientos. Cualquier exigencia exterior es un obstáculo, la investigación científica no es posible sin libertad, y libertad significa libertad, es decir, que no te incordien.

Las aplicaciones técnicas de la ciencia, los inventos o las patentes no pertenecen al ámbito científico. En los años sesenta se estudiaba en las escuelas técnicas una asignatura llamada Fundamentos científicos de las técnicas.

El pasaje que se ha citado más veces en publicaciones científicas es una conversación entre Alicia y el gato de Cheshire de la novela de Lewis Carrol:

Alicia                      ¿Podría decirme si voy bien por aquí?

El gato                   Depende de adónde quieras llegar.

Alicia                      A mí me da lo mismo, con tal de llegar a alguna parte.

El Gato             Siempre llegarás a alguna parte si andas lo suficiente.

Es de suponer que cuando el reverendo Dogson explicaba a Alice Liddell las aventuras subterráneas en que ella era la protagonista, no trataba de determinar en qué consiste la investigación científica. El queso de Cheshire era en aquel tiempo un queso moldeado o grabado con cara de gato. Por eso, porque se lo comen, el gato desaparece poco a poco; actualmente el queso tiene la misma forma que los quesos de La Mancha o de Zamora.

El científico, como Alicia, no sabe de antemano adónde va a llegar, no tiene prisa, le mueven la curiosidad y la voluntad de llegar a alguna parte. Los grandes descubrimientos científicos se atribuyen al azar: el principio de Arquímedes, a un baño; la ley de la gravedad, a que Newton vio caer una manzana mientras descansaba bajo un árbol; la radioactividad, al hecho que a los esposos Curie se les velaban placas fotográficas; Ramón y Cajal pudo ver los tejidos humanos porque encontró los tintes adecuados; Pitágoras, como era mentiroso, dijo que la escala musical la descubrió oyendo a unos herreros que utilizaban mazas de distinto tamaño, y no sé exactamente qué ocurrió con los hongos de Fleming, supongo que no pretendía comérselos. El científico no tiene horario de trabajo, cobra por las horas de permanencia en la universidad, los grandes descubrimientos científicos son algo excepcional, las aportaciones de cada científico son más modestas, el gran descubrimiento es como la ocasión mitológica: sólo tiene un cabello, pasa corriendo y hay que agarrarla por el pelo, y cuando el momento es oportuno alguien lo consigue. El sistema periódico de los elementos fue descubierto simultáneamente por Van’t Hoff y por Mendeléyev, sin ninguna conexión entre ambos.

Las sociedades cultas, las grandes civilizaciones, han mimado la ciencia, saben que es valiosa y gratuita. No es el caso actual. Hoy es una gran noticia lo barato que es un litro de gasolina. Un catedrático de recursos fósiles de la UAB explica que la energía potencial de un litro de gasolina equivale a la que produciría un ciclista pedaleando a pleno rendimiento durante cuarenta y siete horas, por lo que el coste de la energía que produce cobrando el salario mínimo superaría en mucho el precio de venta del litro de gasolina, pero ¡¿A quién se le ocurre que el destino del hombre es pedalear para producir vatios?! No me extraña que le paguen el salario mínimo.

La cultura no persigue verdades universales, trata de lo particular, de hechos concretos, es lúdica y su objetivo es simplemente el bienestar, el deleite o  la emoción.  El valor de un hecho cultural reside en su intrascendencia. Es trascendental que Florencia fuera un foco cultural en el Renacimiento, pero la pintura de Botticelli que representa a Venus saliendo de una concha es un trabajo intrascendente que proporcionó unas horas agradables a su autor y arrancó sonrisas de aprobación entre los que miraron el cuadro. El nacimiento de Venus es un hecho cultural cuando provoca en alguien una mirada interesada, cuando proporciona unos momentos agradables o interesantes, si no lo mira nadie solo es un objeto. Es característico de la cultura que el diálogo autor-receptor  que se establece mediante el objeto sea único para cada receptor y para cada momento. Si se pudiera atribuir un valor a la obra sería el correspondiente a la calidad del pensamiento y de la emoción que provoca en cada receptor. El Quijote era más valioso en el siglo XVII que actualmente.

La cultura no es una entelequia como podría ser la ciencia. Un investigador científico puede descubrir una verdad universal sin considerar en qué puede ser útil a otros, en la actividad cultural son tan necesarios los autores como los receptores, porque el hecho cultural sin receptor carece de sentido. Hay buena literatura donde hay buenos lectores, o buena arquitectura cuando una población tiene cultura arquitectónica, en EEUU hay grandes magos porque hay mucha afición, en España también aunque es un ámbito más reducido. En lo que va de siglo, el hecho cultural más importante que se ha producido en Catalunya es el fútbol del Barça de Guardiola. La frase más significativa que dijo Guardiola en su despedida explica exactamente la finalidad de la cultura. Dijo que él y su equipo habían trabajado intensamente para proporcionar a la afición unos momentos agradables, y que también ellos lo habían pasado bien. La cultura no es otra cosa.

Si bien la ciencia busca verdades absolutas y es abstracta, la cultura nace a expensas de las soluciones concretas de problemas prácticos; la ciencia no tiene reglas, la cultura sí. No serán reglas universales, cada época, cada conjunto de hechos con características comunes, e incluso cada hecho aislado tiene sus propias reglas, las cuales hacen comprensible la aportación cultural al problema práctico, establecen la conexión con el receptor, se hacen comprensibles. Una abstracción pura solo es comprensible si es universal. No es el caso de la cultura, y si un hecho no se comprende, no es cultura. A Mondrian lo hace comprensible Theo van Doesburg, Pollock sería un magnífico estampado para camisas de fantasía. A Rothko se le entendería mejor en un estucado veneciano, la música de Xenakis se comprende cuando Kubrick la utiliza en 2001, una odisea del espacio. La arquitectura  sirve a unas necesidades prácticas, y es en estas donde se ha manifestado la cultura. No solo sirve, también trata de expresar lo que es y lo que representa para sus usuarios, su significado simbólico, el diálogo con la forma y la historia del lugar en el que se construye, el testimonio de la sociedad y la tecnología de su época y además se ocupa de que los espacios en los que se desarrolla la actividad a la que sirve contribuyan a hacerla agradable para sus protagonistas. En el fútbol se sirve a una competición, pero la forma en que se sirve requiere una estructura y como en todo trabajo bien hecho se reconoce el modo de transmitir una emoción estética. Otra característica es que la necesidad práctica la pauta el camino del hecho cultural, es inconcebible un fútbol que no persiga un buen resultado o una arquitectura que no sirva para nada. Sin unas necesidades para la arquitectura o unos resultados para el deporte no se sabría cómo empezar. En la Florencia del Renacimiento, Brunelleschi y Ghiberti serían el equivalente a Messi y Cristiano Ronaldo.

Al igual que la ciencia, la cultura es un bien gratuito, incluso el fútbol, el coste que tiene para el aficionado o los emolumentos de los futbolistas no se derivan de su valor cultural. Un equipo que juegue a no dejar jugar no produce cultura, la destruye, pero cumple con la exigencia de perseguir buenos resultados, el aficionado paga por este concepto. Las grandes cantidades de dinero que se mueven no proceden de la competición en sí, sino del rendimiento que produce la propaganda para las empresas anunciadoras.

He dividido el texto en dos partes por una cuestión de dosificación, no se trata de abusar del lector, en la segunda parte trato de explicar el efecto destructivo que producen quienes consideran la cultura como una obligación moral, o como una virtud, en lugar de disfrutar de ella con naturalidad, y también del efecto negativo que producen quienes tratan de negociar con la cultura, cuando lo que posee un valor comercial es solamente el objeto que le sirve de soporte.

1.       El proceso inductivo es sencillo y se adapta a la lógica: si una ley con una variable x perteneciente a los números naturales se cumple para x=0 y x=1, y demostramos por deducción que si se cumple para x=n también se cumple para x=n+1, la ley queda demostrada. Las reglas empíricas, tan apreciadas por los anglosajones y los economistas, no son leyes demostradas.

1 Comment

  1. Un estudiant ETSAB

    Trobo que a aquest text li falten 2 voltes. És enrrevessat, hiperreferenciat.

    També s’ha de dir que si s’escoltés seria bastant més senzill de seguir.

    Molt apassionat, potser ja té a veure amb aquesta manera de mirar enrere. Tot i que no sé si és la millor, jo guardaria la ira en un calaixet, agafaria l’actitud crítica per mirar el passat, la constructiva pel present i la inventiva pel futur.

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