“Debemos realizar arquitectura de nuestro tiempo”, afirmaba tajante el profesor

Siempre me he preguntado qué significa esta afirmación que defendían a ultranza la gran mayoría de profesores de la Escuela de Arquitectura. Me parece una afirmación tan llena de contradicciones que, en mi opinión, se realiza para esconder muchos complejos.

Son muchas la líneas que abre este debate, pero supongo que debiéramos comenzar definiendo cuál es la arquitectura de nuestro tiempo. En un breve repaso por las clases de Historia del arte y de la Relatividad einsteniana nos debería hacer ver que el tiempo no es acotable, y menos linealmente. Entonces, –pregunta–si construyo un edificio de sillería de piedra con formas sencillas, muros de 70 cm y arco de medio punto (más o menos románico), ¿no estoy construyendo “hoy” el edificio? ¿Es de otro tiempo? ¿Cuál es el problema? ¿Puedo estar fragmentando el campo de iones espacio-temporal y causar una brecha cósmica en el condensador de flujo, con la consiguiente aproximación del fin del mundo?


Casa de Gloria. Fotografía: Dani Carrero


No entiendo este asunto. Los muros, los arcos y las ventanas, son elementos perfectamente utilizables a pesar de que posteriormente se hayan “inventado” el pilar, la viga y el muro cortina. La piedra, la mampostería y el ladrillo, también se pueden utilizar por mucho que ya existan los prefabricados de Prodema.

Cuando diseñamos edificios miesianos, tal y como nuestro fanático catedrático prodiga… pronto los originales tendrán cien años. ¿Cuándo dejarán de ser de nuestro tiempo? ¿O es que seguimos utilizando los Ford T? Creo que probablemente se encuentren anclados en un pseudopasado-moderno, ya que, siguiendo su discurso, lo actualmente contemporáneo son Koolhaas, Hadid y H&M. Creo que acaban siendo presa de su misma afirmación.

En mi opinión, no debería existir un tabú con respecto a qué época corresponde un edificio. Existen patios en Cartagena de Indias que son infinitamente mejor arquitectura que modernos edificios y, no porque tengan 200 años, nos encontramos impedidos para construir actualmente otro más. Verdad es que para que tengan un valor arquitectónico deberían transmitir alguna idea que aporte los avances de arquitectura. Pero centrándonos sólo en innovar, a veces empeoramos y hacemos peor arquitectura. Por lo tanto no nos obsesionemos.

Así que tomar la sabiduría de tiempos pasados es una virtud de sabios. Reinterpretar y captar la esencia puede estar sólo a la altura de maestros, pero tampoco es un error intentarlo directamente, construir como antiguamente. Como, por ejemplo, una masía de mampostería, madera y muros con bóvedas en un edificio corporativo.

Me pregunto si Brunelleschi intentaba realizar, o no, arquitectura lo más similar a la romana de los 13 siglos anteriores. Supongo que muchos afirmarán que reinterpretaba adaptando a sus tiempos. La verdad es que existen destilaciones exquisitas como las de Moneo en el Museo romano de Mérida o el Archivo de Pamplona. O voluntades universo-temporales como las de Kahn.

Por mi parte, me venían a la mente todos estos pensamientos, cuando he visitado la inigualable obra del arquitecto colombiano Rogelio Salmona. Y he podido observar lo que ninguna fotografía ha podido expresar de su arquitectura: como es vivirla, pasearla tocando el ladrillo y –mirad que descubrimiento– asomándome por las ventanas de sus muros. Sus edificios retoman de muchos tiempos atrás. Románico, la Alhambra, colonial… pero tiene los mejores espacios que he visitado, infinitamente mejores que mucha “arquitectura de nuestro tiempo”.

Y entonces he recapacitado sobre cuál es la razón por la cual hacemos arquitectura. Las bases de nuestro oficio. Tan obsesionado por salir en las revistas. Por una foto. Y probablemente la mayoría de personas prefieren la solemnidad de una catedral gótica o el murmullo de un patio árabe. ¿Qué estamos haciendo? Os sugiero que visitéis a Rogelio. En vivo, porque ningún libro ha conseguido expresar sus espacios, su dimensión-tiempo.

Creo que el complejo de la frase inicial viene del pánico de los “modernos” a la moda del postmodernismo. Pero repeler una imitación estética decorativa no tiene que implicar negar la carga que existe en los edificios de toda la historia, su sabiduría.

Hay maravillas al mirar a través de la ventana de un muro. Jambas, dintel y alfeizar.



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