Prisioneros voluntarios de la cama, de Beatriz Colomina

Más del 80% de los profesionales jóvenes que viven en Nueva York trabajan habitualmente desde la cama. El dato lo dio en 2012 The Wall Street Journal. Millones de camas sustituyendo a las oficinas. El rascacielos vencido por el dormitorio.

Hugh Hefner ya encarnó esta filosofía. Como es sabido, el magnate prácticamente no ha abandonado su cama redonda desde 1960, cuando se instaló en la Mansión Playboy de Chicago y la convirtió en epicentro de un imperio mundial, que dirigía en pijama y bata de seda. “¡No salgo nunca de casa! Soy un recluso contemporáneo”, declaró a Tom Wolfe, tras calcular que la última vez que lo había hecho era tres meses y medio antes, y que en los dos años previos no había pisado la calle más que en nueve ocasiones. Fascinado, Wolfe lo describió como “un corazón verde y tierno de alcachofa”.

El magnate de Playboy hizo de la cama un despacho equipado con todo tipo de aparatos de entretenimiento y comunicación, una especie de sala de control. El lecho en sí era una casa. Seguiu llegint l’article a El País

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